Lolita Alfonso, niña guapa.
Lolita Alfonso, qué tiempos aquellos. Encontrarte con Lola Alfonso, Lolita, después de tantos años, es
vivir la historia de España, con ingenuidad, pasión y entereza. Lolita
guarda entre sus entrelazadas manos el programa fallero de aquel año,
una joya de la época, que vivió de primera mano junto a la que fue
fallera mayor de Valencia, María Victoria Lamo de Espinosa.
Aquellos años los nombramientos de las Falleras Mayores
particularmente, eran como caídos del cielo, siempre eran “las hijas de
D...” las “sobrinas de D. o de Dª…” y casualmente el año anterior fue
nada más y nada menos que la nieta de S. E. el Generalísimo Franco: Mª
del Carmen Martínez-Bordiu.
Llegó el año siguiente, 1961, y una familia valenciana, con muchos
hijos, huérfanos de madre y con serias dolencias no solo económicas sino
médicas, con los hijos repartidos entre la Beneficencia y orfanatos, se
encuentran que una niña componente de esa familia, recibe el título de
Fallera Mayor Infantil de Valencia, título que ella hoy desde la
experiencia que le ha dado la vida piensa, vino de la mano de S. E. el
Generalísimo, ya que su padre, le escribió al mismo Caudillo,
contándole la tristeza y penuria del momento familiar, para poner en su
conocimiento la dura realidad de ésta familia trabajadora valenciana sin
medios ni recursos.
Nadie supo como fue, pero lo cierto es que Lolita, recuerda cada
momento, cada instante, cada circunstancia, cada regalo, cada lágrima,
cada alegría y cada sonrisa entregada. Para Lolita fue un momento
grande en su vida, pero siempre le queda el enigma por resolver de donde
vino aquel telegrama que le comunicaba que era la Fallera Infantil de
Valencia.
Sus cristalinos ojos delatan aquella inocencia, su sonrisa natural
refleja aquella historia, y su bondad difuminada en el tiempo avisa que
ella jamás esperaba ese capítulo en su vida que la marcó para siempre.
Lolita fue la fallera que destronó a la nieta de Franco.
En una poesía del Llibret de Falla de 1961, obra de Vicente Collado López, entre otras cosas decía:
“¡Tú serás dichosa, te predijo el hada!
que guarda a las niñas como tú, tan buenas…
Y el mar con sus ondas verde-nacaradas,
lo escribe con blondas sobre las arenas.
Tú por ser buena serás muy dichosa,
te predijo el hada tocando tus manos,
la dulce caricia de madre amorosa.
Llegó a tus mejillas capullos tempranos,
que los angelitos pintan color rosa,
para que sonrías a los valencianos”.
Así fue Lolita, fuiste la sonrisa de los valencianos, la sonrisa de
tu familia, de tus hermanos, de momentos duros que recuerdas en aquellas
altas paredes y azulejos de colores, pero por encima de todo guardas el
secreto de no saber de donde vino, y conocer a aquella “princesa” de
la época que con dignidad destronaste.
Me decías con alegría que guardas todos aquellos recuerdos, que te
falta una muñeca muy grande que te regalaron, ¡cuántas cosas! Al
chocolate, a los toros, al balcón, a la ofrenda de flores a la Mare de
Deu dels Desamparats… a todos los instantes vividos, les pusiste tu
sello y tu apellido.
El retrato que te regalaron, los vestidos, y aquella cartilla de la
Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia que recibiste con un
donativo del Caudillo de España por importe de treinta mil pesetas.
Lolita, fuiste grande, supiste desde pequeña superar los momentos,
acoplarte a la historia y vivir, luchar y ser siempre tú. Cada vez que
te miro y hablamos, siento la emoción de saber que las Fallas, están
vivas, que si las han hecho Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, es
porque cada falla, cada fallero y cada fallera, tienen en su corazón la
humanidad de amar a Valencia, de querer a nuestra tierra, y lo que es
más grande pregonar a los cuatro vientos que llevamos a Valencia,
nuestra tierra en lo más arraigado de nuestro corazón.
Lolita Alfonso, Fallera Mayor infantil de Valencia en 1961, la que
se paseó por la ciudad con las nietas del Caudillo, la niña que salió
del orfanato para ser la máxima expresión de la fiestas, representando
a los más pequeños de la ciudad, y la niña que fue mujer, para ser
madre y abuela y querer dejar esta historia de amor escrita, para que
sus nietos siempre recuerden la grandeza de su abuela.
Desde estas líneas de El Periódico de Aquí, solo expresamos ese
testimonio de afecto para que perdure en la historia de los valencianos,
porque una niña que tenía como único valor, el nombre y apellido
heredado de su familia se convirtió en la joya tocada por el Hada buena.
Esa joya tiene nombre, ese diamante pulido, se llama LOLA ALFONSO.
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