Julio era un hombre feliz. Estaba casado, tenía un hijo
pequeño y trabajaba como Policía Local en Valencia. Y así fue hasta que las
Preferentes y Subordinadas de Bankia entraron en su vida en 2012 de la mano de
un familiar de confianza.
Ahí se truncó su presente y su futuro. Su final llegó
demasiado pronto ya que decidió suicidarse en la cárcel de Albocàsser. Julio
estaba acusado de tentativa de Homicidio contra su familiar, un director de
Bankia que le animó a contratar las acciones y con el que le unía una estrecha
relación. Cuando Julio descubrió el engaño al que fue sometido por este
dirigente de la caja valenciana entró en una profunda depresión y padeció
severos trastornos psicóticos, tal como está documentado en decenas de informes
médicos psiquiátricos y forenses.
En todos y cada uno de ellos se hace constar que hasta ese
momento, este hombre que no llegó a cumplir los 40 años era una persona como
otra cualquiera. Nada hacía presagiar el trágico final. Y es que Julio y su
familia decidieron invertir su dinero, fruto del intenso trabajo de toda una
vida. Por ello contactaron con su persona de confianza, un primo suyo que
dirigía una de las oficinas de Bankia. Tanta era la confianza que ellos habían
depositado en esta persona que, tal como consta en varios documentos, abrían y
cerraban cuentas en diferentes oficinas siempre siguiendo a este familiar. Si
lo trasladaban de oficina, ellos iban detrás, fieles a él. Siempre.
Hasta que un día les convenció de invertir en lo que ellos
creían que sería un plazo fijo sin riesgos y con alta rentabilidad cuyas siglas
eran PPF (Participaciones Preferentes). Empezaron en el año 2000 y la operación
concluyó en 2009. Primero su madre invirtió 78.000 euros, después su padre 25.200 euros, después Julio
y su mujer 20.449… y así un largo etcétera hasta llegar a la cantidad de
371.000 euros en total. En varios de estos casos las contrataciones se
autorizaban por teléfono.
Pero la tragedia comenzó a gestarse en 2012, cuando Julio
comenzó a oír por televisión sobre el engaño masivo con las Preferentes y las
Subordinadas de Bankia. Fue ahí cuando empezó a sospechar que ellos podían estar
también afectados por este asunto. Cuando Julio y su mujer decidieron sacar el
dinero vieron la realidad. Y ahí empezó el tormento. “Este factor estresante
desencadenó la enfermedad de Julio”, tal como consta en los informes
psiquiátricos. Julio cayó en una profunda depresión por considerar que había
perdido todo su dinero. Ésta fue la causa por la que Julio sufrió diversos
trastornos mentales que le incapacitaron incluso para poder trabajar y, cuando
lo hacía, no portaba el arma reglamentaria. Estaba totalmente fuera de la
realidad. Mientras tanto, denunciaron a la entidad para la devolución de su
dinero.
Pero Julio ya no era él. La fuerte medicación a la que
estaba sometido y las ideas paranoides que sufría habían convertido su vida y
la de su familia en un absoluto infierno. Dejaron de salir, de hacer vida
social, de ir al parque con su hijo… Un año de altos y bajos.
Hasta que un día decidió ir a pedir explicaciones a casa de
su familiar, el director de Bankia que les había animado a invertir en las
Preferentes y en las Subordinadas sin ellos saber que eran productos tóxicos.
Tras una discusión entre ambos, el directivo de Bankia resultó herido, motivo
por el cual Julio fue enviado a la cárcel por tentativa de Homicidio. Pero
antes permaneció 11 días ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital La
Fe de Valencia donde la responsable de Psiquiatría rubricó un informe el que
hacía constar sus antecedentes psiquiátricos, su estado de shock emocional y su
bloqueo cognitivo. Con lo cual se estaba considerando a Julio un enfermo
mental, motivo por el cual nunca debió ingresar en prisión. Pero así fue. A
pesar del recurso interpuesto por los abogados para que se considerase a Julio
inimputable por ser un enfermo mental, fue a parar a prisión.
Y fue en la cárcel donde se suicidó seis meses después de
entrar y sólo un mes después de haberle retirado el protocolo antisuicidios. El
drama no podía haber acabado peor.
Y pasaron los meses y la magistrada del Juzgado de
Instrucción número 11 de Valencia dio la razón a la familia de Julio y condenó
a Bankia a devolver todo el dinero más los intereses generados: cerca de
400.000 euros. Un dinero que Julio ya no va a poder disfrutar.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia