Paz Padilla, actual presentadora titular del programa. - Foto: Elperiódico Mucho ha llovido desde que
aquel 27 de abril de 2009, Sálvame
viera la luz en T5. Unos meses
atrás, Vasile quiso reformar su
parrilla hardcore y blanquearla al más puro estilo Antena 3. Las audiencias no le acompañaron y decidió volver a lo de
siempre. Por sorpresa nació Sálvame con ese abandono en directo de Sonia Monroy por los pasillos de la
cadena. Primero nació como un programa low cost para comentar Supervivientes (de ahí su nombre,
Sálvame) pero luego se derivó a una tertulia sobre el mundo del corazón. Una
especie de Crónicas Marcianas de
tarde con toques de Aquí hay tomate
y creando con ello una nueva forma de hacer televisión. Porque sí, Sálvame
pasará a la historia de la TV en España por crear un subgénero dentro del
género de los programas de sociedad. Y ese mérito no se lo puede quitar nadie.
Pero 7 años después y 8
temporadas a sus espaldas, la fórmula se agota. Y no precisamente en
audiencias, aunque éstas también se han vuelto vulnerables y ya no obedecen a
shares inquebrantables donde la competencia no tiene nada que hacer contra
ellos. Sálvame ha quemado todos sus cartuchos, se ha quemado él mismo. Se ha
inmolado cada tarde durante 7 años y parece que ya no hay nada que prender. En
la actualidad, el programa tiene tres esperanzas clave para resarcirse de la
decadencia en contenidos que demuestra que su llama se apaga. La Sálvame
Snow Week donde 10 personajes “lucharán” por ser dos de los nuevos
tertulianos del programa, la nueva edición de GH VIP con Toño Sanchís
como personaje principal y del que esperan sacar rédito y mucho contenido, y el
culebrón Alba Carrillo que como una
telenovela de tele local parece que se inventa sobre la marcha. Ya no hay
más.
Sálvame ha agotado a todos
sus colaboradores y ya no hay por dónde tirar. Las que más se exponían han
decidido irse. Rosa Benito y Raquel Bollo han sido exprimidas o
mejor dicho se han autoexprimido tanto delante de las cámaras durante tantos
años que ya no había jugo donde sacar. Sus marchas obedecen también a una
necesidad del programa en reinventarse y encontrar nuevas fórmulas. Karmele Marchante también se ha ido,
aunque por la puerta de atrás. Puede caer mal o bien esta señora, pero el trato
que se le ha dado por parte de sus “compañeros” y en directo en televisión ha
sido cuanto menos vergonzoso. Debía haberse ido antes. Kiko Matamoros ya ha exprimido lo inexprimible y el culebrón con sus
hijos y Makoke ya no interesa a
nadie. Demasiadas horas, demasiadas portadas. Es un tema que parece viejo. Por
otro lado está Belén Esteban
totalmente rehabilitada, que opta por tener una vida tranquila, sin un manager
sin escrúpulos que le anime a vender cualquier cosa. Y en el otro lado de la
balanza, se encuentran otros colaboradores con vidas aparentemente tranquilas y
estables que no suelen poner su vida a merced de los guionistas como Lidia Lozano, Chelo García Cortés, Gemma López, Jesús Manuel, Maria Patiño
e incluso Mila Ximénez. Kiko Hernández deja la televisión en
febrero porque va a ser padre, ¡la moda de la gestación subrogada es un TOP
entre los famosos solteros de este país!
Los Pantoja ya no dan titulares. Tampoco el conflicto Raquel Mosquera y Rociito
tiene alas de continuar. Olvido Hormigos
a veces sale pero también se ha explotado sobremanera. La historia personal de Carlos Lozano, su novia y su ex ya no
interesa a la audiencia…. La audiencia tiene la sensación de que está todo
contado y más que contado. Cuando uno hace trescientos polígrafos como es el
caso de Kiko Matamoros corre el riesgo de quemar su historia.
Si retrocedemos años atrás,
cuando ¿Dónde estás corazón? o Salsa Rosa estaban en antena, acudían a
estos programas famosos “de verdad”. Con cierto pedigrí, incluso estrellas
internacionales. Habían romances, decepciones, exclusivas, peleas entre
famosos, conflictos, amores… pero en la actualidad no hay nada. Y no porque no
se siga sucediendo, es lo normal en la vida. Sino porque estos famosos no
quieren exponer su vida en Sálvame de la manera tan heavy que el programa de La Fábrica de la tele lo hace cada
tarde con colaboradores que opinan de todo y a veces de maneras bruscas e
hirientes (lo del padre de Chenoa,
fue cruel y un sinsentido). Los famosos de antes ya no quieren saber de los
programas de corazón de ahora, a no ser que sea el Corazón de Anne Igartiburu,
es otro cantar.
El corazón de ahora está
prácticamente concentrado en T5 pero las formas han sido brutales durante estos
años. ¡Ojo! con la colaboración de muchos de estos famosos, claro está. Bien, volviendo
a Sálvame, les faltan noticias. Las peleas entre compañeros han ido ya
demasiado lejos. Se ha estirado un chicle donde ya no hay más goma que mascar.
Y se espera que la Sálvame Snow Week traiga nuevos y necesarios aires para
seguir batallando. Sus audiencias en las tardes siguen siendo buenas,
compartiendo a veces liderazgos alternos con los seriales de Antena 3 como Amar es para siempre y El Secreto de Puente Viejo. La edición Deluxe con un 14% ha caído hasta 5
puntos esta temporada ante el éxito de Tu
cara me suena. A3 emitirá una edición de anónimos que si triunfa podría
acabar de hundir al espacio de T5 o provocar su retirada, tal vez a la noche de
los sábados. Contar con 3 invitados para 5 horas de programa, y que estos
invitados no causen interés es la losa actual del programa. Faltan temas,
faltan noticias, faltan famosos. El público desde sus casas tiene la sensación
de que ya lo ha visto todo, que Sálvame se repite, que los conflictos entre
compañeros ya no causan especial interés (por más que a modo de apoyo la
revista Lecturas los saque en
portada). La fórmula de Sálvame se agota.
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