Paco Novella. EPDA Uno de los mayores escándalos que se ha producido en nuestro país en los últimos años es el caso de las preferentes. No es sólo un escándalo financiero, con ser ya mucho, sino también un secuestro social y moral por lo que tiene de indecencia, de arbitrariedad y amplitud; por cuanto tiene de generalizado al haber afectado a miles de personas que, por arte de birlibirloque, han visto evaporarse sus ahorros en esa nube tóxica e impúdica de la inmoralidad y del" vuelva usted otro día".
Este hecho es de una gravedad extrema o debería serlo porque para muchos parece ser que no lo es: un atraco con tarjeta de visita pero sin gusto y palmadita en el hombro y " bien que le vaya a usted y bien que disfrute lo que quede".
El robo como premio y gala, el silencio por sistema y norma y la inacción ahora y antes de la Administración se han convertido en las constantes vitales de un país que huele a miseria ética carente de escrúpulos y de una mínima decencia donde nada tiene quien todo lo pierde y, lo que es peor, no esperar nada durante mucho tiempo y no tener esperanza de lograr nada o muy poco y además tarde y mal.
Con la mordaza de un súbito y desprevenido rapto los afectados por las preferentes evidencian con su caso un país hiriente donde una inmediata respuesta y solución es inexistente y que parece no apremiar tanto como otras cuestiones que no afectan tanto al nervio social y central de nuestro país.
Casta
Este hecho es otro de los síntomas que muestran a una pequeña casta no sólo política, sino también devenida estructural envilecida en la arrogancia y en la impunidad en medio de una sociedad que da muestras inequívocas de agotamiento y debilidad donde se ha instalado con perfección la terrible idea de la indefensión de la persona frente a una acción política inadecuada que no se corresponde con la realidad inmediata de las personas y que está lejos del sufrimiento diario de tantos y tantos cuya situación económica es agónica e insuperable.
La exigencia de una solución proporcionada por parte de todos los políticos es imprescindible. Ésa sí es la "Alta Política" a la que hacía recientemente alusión el Rey y no otra. Corresponde, pues, a los políticos hacer efectivas todas las acciones necesarias a fin de dar respuesta urgente e insoslayable a esta herida.
Urge en este caso dar muestras visibles por parte de quien ejerce el poder de propuestas reales presentes y no futuras donde las firmas no sean letras sangrantes y la palabra que se da se cumpla.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia