Carlos Gil. ¿Qué
va a quedar del PSOE después de las primarias? Visto el
devenir de los
acontecimientos, la fragmentación en la firma de avales, las
acusaciones mutuas
de presiones para esas firmas… de verdad que el futuro, por
no decir el
presente, se antoja complicado para un partido histórico y
necesario en España como
es el PSOE.
Los
dos grandes partidos españoles (PP y PSOE, sin ánimo de
molestar a nadie) han
tenido siempre como valor fundamental para alcanzar grandes
retos electorales,
la unidad de sus bases y sus cargos orgánicos. Cuando han
perdido este valor
fundamental, han empezado una larga deriva por la oposición,
sin rumbo claro y
con continuos devaneos por el arrastre de las corrientes.
Siendo necesario, sin
duda, el debate interno, lo es también la unidad en pro del
objetivo común que,
en el fondo, no es otro que ganar las elecciones y poder así
desarrollar
nuestros programas de gobierno.
Es
sobradamente conocido el refrán que alude a las barbas del
vecino y, lo que
ocurre en el PSOE, no deja de ser un aviso importante para
el Partido Popular
de Valencia con vistas a su Congreso Provincial. La división
no suma. Es más,
resta. Las heridas se cierran con el tiempo, sí, pero dejan
cicatrices. Y esas
cicatrices pasan factura de cara a próximos procesos
electorales.
El
Partido Popular encadenó cinco legislaturas de gobierno sin
que nadie cuestionara
su democracia interna ni el ansia de votar de las bases. Las
ganas de voto se
guardaban hasta las elecciones y se mostraban con una
sucesión de mayorías
absolutas crecientes, apoyadas, sin duda, por la
fragmentación interna del
PSPV.
La
ciudadanía de la Comunidad Valenciana no nos castigó por no
votarnos en
primarias, ni por falta de democracia interna. Habría que
ser muy necio para
obviar que fueron otras las causas, especialmente la pérdida
de confianza por
la sucesión de casos de corrupción, las que hicieron que los
ciudadanos
perdiesen la fe en nosotros. Y es ahí donde tenemos que
centrar nuestra acción,
intentando recuperar esa confianza, lo cual nunca vamos a
conseguir con luchas
fratricidas.
No nos dejemos
arrastrar ciegamente por modas
importadas. El cambio debe hacerse, es cierto, pero debe ser
para seguir
sumando. Para ello, es necesario tomar todas las precauciones
necesarias, antes
de implantar procesos que no han resultado positivos
en otros casos. La democracia interna es necesaria, pero la
unidad, antes,
durante y después de cualquier proceso congresual, lo es más
todavía.
De
nosotros depende que impere la cordura o que caigamos en la
trampa y, dentro de
unas semanas, seamos los protagonistas de la pregunta. ¿Qué
va a quedar del PP
después del Congreso Provincial?
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