Carlos Gil. Ni
los Presupuestos Generales del
Estado, ni la chilena de Cristiano Ronaldo, ni el master de
Cristina Cifuentes,…
¡Nada!. Nada ha conseguido eclipsar la fotografía de la Familia
Real en este
Domingo de Resurrección.
Pero
ser noticia no siempre es
bueno y, a la Familia Real, no le hacía ninguna falta serlo y
menos aún por un
episodio tan contraproducente para su imagen como el que todos
hemos podido
ver, y no pocas veces, en los medios de comunicación y, sobre
todo, en las
redes sociales.
Hasta
ahora, la historia de la
Familia Real española, como familia, ha sido de trayectoria
intachable, sin
hacer trascender sus discrepancias internas, que seguro que las
hubo, ni
siquiera cuando había verdaderos motivos para ello. Estos
rifirrafes, para
quienes somos monárquicos incondicionales, solo hacen que
obligarnos a tomar
partido por unos u otros en una división que nada bueno puede
aportar a la
imagen de nuestra Monarquía.
Siempre
se había hablado, y la
primera fue la princesa Letizia, de la buena relación que había
entre ella y la
Reina Sofía y de la gran ayuda que esta le había prestado en su
llegada a la
Familia Real. Con solo una acción, tan innecesaria como grotesca,
se ha roto un
mito y se ha hecho un daño, veremos si reversible, a la imagen
modélica que
toda Reina debe tener.
La
Monarquía en España, para
quienes la apoyamos, ha tenido un claro referente en el Rey Juan
Carlos, por su
papel intachable en el proceso de transición a la democracia,
viendo oxigenada
su imagen, quizá un tanto desgastada, con su abdicación en favor
del Rey Felipe
VI. Pero, en todo este tiempo, quien ha permanecido en un segundo
plano, en un
papel discreto ha sido la Reina Sofia quien, por extensión o por
méritos
propios (me inclino más por lo segundo) ha sido capaz de ganarse
la admiración
de todos.
La
Reina Letizia no va a sacar
nada bueno de este espectáculo. Así solo puede conseguir que
aumenten las
críticas hacia ella y, aunque alguien haya intentado ya ponerle
motivos que
dispersen la atención, nada tiene que ver su procedencia plebeya,
sobre todo para
quienes defendimos, y hasta consideramos positiva, por encima de
las opiniones
de Peñafiel, su entrada en la Familia Real.
No
sé si el protocolo real lo
permitirá, ni siquiera si estaría dispuesta a hacerlo, pero no
estaría de más
que Letizia pidiese disculpas por su absurda acción. Puede que
haya a quien no
le parezca suficiente pero, al menos, aclararía la imagen que
muchos tenemos de
ella hoy.
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