En
España convivieron durante siglos cristianos, moros y judíos. Tres
pueblos, tres razas y tres culturas. Se combatieron y odiaron, pero
también se respetaron y amaron. Se creó una patria mestiza que
intercambió sus culturas y conocimientos. De tal manera mezclaron su
sangre que fue muy difícil determinar muchas veces quién era
cristiano viejo y quién no. Por nuestras venas sigue circulando
sangre árabe y judía. Pero la convivencia entre cristianos y judío
no fue siempre un lecho de rosas. Pero hay que agradecer que a ellos
debemos los avances en medicina, agricultura y ciencia.
Esta
armonía y tolerancia empeoró en el s.XV. Se cargó sobre los judíos
el estigma de “deicidad” (muerte a Dios).Por motivos religiosos
se produjo un cambio radical y hubo grandes matanzas de judíos. La
animadversión popular iba en aumento no sólo por motivos
religiosos sino también económicos. Recordemos que, a instancia del
clero, los Reyes Católicos solicitaron al Papa implantar en Castilla
la Inquisición. Sixto IV aceptó tal solicitud en su Bula Exigit
sincerae devotionis. El 31
De
Mayo de 1492 se vieron obligados a firmar el decreto de expulsión de
España a los judíos no conversos. El Gran Inquisidor, símbolo de
la crueldad y tiranía, fue Tomás de Torquemada.
La
diferencia religiosa había creado fanatismo y odio. La Inquisición
sometió a miles de judíos a los famosos autos de fe. Unos fueron
condenados a llevar el ·sambenito” y otros a arder en la hoguera.
Nuestra
política, hoy en día, está envuelta en una inquisición política.
Hay que ver cómo se delatan los partidos. No dejan títere con
cabeza. Unos y otros luchan con verbos y sustantivos para
despellejarse. Todos gozan poniéndole el mejor sambenito al
contrario, exhibiéndole en actos de fe política y condenándole a
la hoguera. Para ello no necesitan bulas papales ni reyes con
corona. Basta conectar ciertas televisiones y propalar ese
ambiente inquisitorial. El tic inquisitorial es hoy el padre
nuestro de cada día
Se
dice que el que tenga nariz no llame a los demás mocosos y que el
que esté limpio que tire la primera piedra. Hoy apenas se respeta
el derecho de inocencia. Siempre hemos dicho que una persona es
inocente, mientras no se demuestre lo contrario. Ahora se afirma que
todos son culpables, mientras no se pruebe que son inocentes. Más
aún, hoy la culpabilidad depende más de los medios que de los
jueces. La “pena de telediario” se encarga de que ardan las
hogueras y se expandan “ hermosos sambenitos”. La enfermedad de
hoy es que todos quieren gobernar y para lograrlo hay que acabar con
el que gobierna. Siempre ven la paja en el ojo ajeno y jamás en el
propio. No importa mentir, exagerar y adoptar la postura del
avestruz. Los principios forman parte del pasado. Hoy todo vale. Lo
que realmente importa, y dejémonos de moralinas, es acabar con el
contrario. Si hay que golpear directamente al hígado del contrario
se hace y en paz. Todo parece justo si se satisface el gusto. Cazar
al contrario es un excelente deporte nacional.
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