Héctor González Julio y, sobre todo, agosto constituyen los meses vacacionales por excelencia en Europa. No obstante, el descanso no significa la ausencia de preocupaciones ni problemas, principalmente en aquellas localidades costeras que atraen a más visitantes y que, por tanto, aumentan su población. Sus responsables públicos, alcaldes y concejales, corren el riesgo de verse enfangados en alguna refriega política o de sufrir una reprimenda pública en situaciones tan sensibles como las fiestas locales o en lugares tan concurridos como sus playas.
La primera prueba de fuego en este tórrido verano la ha pasado el alcalde de Alboraya, Miguel Chavarría, con toda la polémica suscitada por la organización y suspensión final del festival Marenostrum. Hasta el punto de que se ha convertido en epicentro de la actualidad informativa autonómica. No será el único. Llegarán más desencuentros a l´Horta Nord. La interpretación o no del Himno Nacional de España en fiestas locales generará de nuevo controversia.
Algunos litigios los provocarán los propios primeros ediles, con determinaciones tan bullangueras como la que guió al tripartito de Puzol en julio de 2015, cuando decidió denegar la celebración de la misa dominical en una sombreada plaza costera. Creó un problema donde no existía, con la exasperación consiguiente para los afectados.
La vigilancia en el litoral de La Pobla de Farnals, El Puig, Port Saplaya o la Patacona, la esporádica aparición de bancos de algas en sus tramos de playa o en los de Massamagrell o Meliana; la habitual irrupción de medusas, la conciliación entre el sosiego del descanso y la diversión de la fiesta nocturna y un largo etcétera de cuestiones estivales susceptibles de complicarse convierten la gestión política en verano en una especie de campo minado. Y cuidado con los incendios, a pesar de no resultar tan usuales en franjas costeras.
Los concejales de a pie y, desde luego, los alcaldes, aprovechan, como la mayor parte de los trabajadores valencianos, estas semanas para disfrutar de unos días de asueto. Para evadirse y relajarse. No obstante, los responsables públicos lo han de hacer con el móvil conectado y contratando viajes o estancias con una política de cancelación flexible. Por si deben anular todo y volver raudos a su municipio a sofocar alguna crisis.
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