Susana Gisbert.
“Cerramos
por vacaciones”. Un cartel que antes decoraba casi todas las
persianas de los comercios y ahora cada vez se ve menos. O se
ve, pero menos tiempo, que no están las cosas para andar
desaprovechando cualquier oportunidad de ganar un eurillo.
Pero,
aún así, coyuntura económica incluida, el verano sigue siendo
tiempo de vacaciones. Y muchos sitios siguen echando el cierre
aunque sea solo por unos días, mientras los que pueden permitírselo
emigran de las ciudades a cualquier otro lugar donde el calor no
amenace con derretirles. Que no es fácil, con la que está
cayendo.
Pero
ahora y siempre, hay profesiones que tienen que seguir en la
cresta de la ola para que los demás podamos nadar tranquilamente en
ella. Y bien está acordarnos de ellos, que seguro que se les abren
las carnes cada vez que oyen en radio o en televisión eso de que
estamos de vacaciones.
Por
un lado, las profesiones del verano, desde los socorristas hasta los
camareros de lugares turísticos, pasando por cualquier comercio que
haga su agosto –literal- en verano. Pero no solo de ocio vive el
hombre, y ahí están los bomberos, con más trabajo que nunca por
los incendios forestales, o los policías que han de regular el
tráfico de esas interminables operaciones salida que se repiten
año tras año y hasta los periodistas que siguen teniendo que llevar
adelante sus programas o periódicos como éste.
Y
es que, aunque a veces no lo parezca, la vida sigue. No todo son
playas y piscinas, y chiringuitos y algún viajecito si la
economía lo permite. Porque la gente sigue poniéndose enferma, los
delincuentes siguen actuando, los accidentes siguen sucediendo y
hasta la Naturaleza se empeña en darnos algún susto que otro.
Y siempre tiene que haber alguien para hacerse cargo.
Así
que en estos días en que los que pueden disfrutan de las
vacaciones, quería hacer mi pequeño homenaje a los que
siguen al pie del cañón para que las cosas sigan funcionando. A
aquellos que en vez de traje de baño llevan uniforme de bombero, de
policía, de guardia civil o de lo que se tercie, los que
visten bata de médico o de enfermero, o toga, o mono de albañil o
de mecánico, o traje de faena, o hasta sus mejores galas de artista
para los bolos que nunca faltan en temporada estival. A todos ellos,
gracias por estar ahí. Porque sin ellos, las vacaciones de
verano no serían posibles.
Y,
por supuesto, ya les llegará el turno. Y entonces podrán decirnos a
todos eso de que el que ríe el último ríe mejor.
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