Raúl Castillo. En política, hay asuntos
que son habituales, otros son muy habituales y después, en otra liga
juega la queja constante de “la calle está llena de cacas de
perro” ó “mi calle está sucia”.
Pero ¿cuál es el
problema?, ¿no se limpia lo suficiente? o ¿tenemos un grave
problema de civismo? Posiblemente sean válidas las dos razones.
En este tiempo he podido
confirmar que nuestra empresa pública de limpieza (SAG) funciona
bien, se organiza bien y es eficiente, de hecho, lo es mucho más que
nuestro Ayuntamiento, sin embargo, si queremos que se limpie más,
¿qué podemos hacer?, muy sencillo, dotar de mayor presupuesto a la
empresa pública para que gestione con más medios personales y
materiales. Esta decisión es sencilla, se trata de incrementar o no
el presupuesto de esta entidad.
Ahora bien, ¿dejaremos
así de ver cacas de perros y suciedad por las calles de nuestro
municipio?, no lo creo.
Yo creo que el problema
esencial, de base, se encuentra en la conducta incívica de algunas
personas. Es una cuestión de educación y solidaridad. Mientras haya
personas que no recojan los excrementos de sus perros, pinten con
espray las fachadas y muros, o no usen las papeleras públicas para
tirar sus papeles y desperdicios, el problema no dejará de existir.
A nivel institucional
tenemos dos salidas, aplicar la ordenanza de forma rigurosa y
realizar una campaña ejemplar de sanciones a los infractores por
conductas incívicas, o realizar campañas de concienciación
constantes que nos recordaran a todos los vecinos y vecinas del
municipio la necesidad de ser cívicos y solidarios en pro de una
convivencia sana.
Así
y todo, tengo claro que la clave está en dar ejemplo cada uno de
nosotros con nuestra propia conducta, influir en nuestro entorno para
que todos nuestros allegados se conciencien y no permitir que en
nuestra presencia se lleve a cabo una conducta de este tipo con
absoluta impunidad.
No es fácil, pero los
tiempos cambian y la sociedad evoluciona y se adapta. Tenemos dos
opciones, podemos acelerar la evolución con nuestra conducta activa
a favor del civismo y la convivencia sana, o simplemente dejarnos
llevar y seguir repitiendo cada mañana… “mi calle está sucia”,
hasta que el tiempo haga el trabajo por nosotros.
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