Hace frío estos días, apetecen tardes en casa jugando, leyendo, charlando, apetece escuchar el silencio del Invierno.
Esta tarde al bajar del autobús, cielo negro, calles vacías, paso veloz y un pensamiento que podía visualizar.
Me he visto con mi Merche del brazo, paseando por nuestro pueblo, comentando el ayer, aquel en el que no había miedo sino esperanza. Se adivinaban la oportunidad y el bienestar. Y llegaron para la mayoría; pudimos disfrutar de infancia y juventud viviendo en una sociedad que parecía haber dejado atrás las tensiones de una transición disfrazada de normalidad, modernidad y tintada de sangre. Hubo muchas tardes de juegos, lectura y charlas, tardes en las que aprendimos que solo el esfuerzo, la solidaridad y la tolerancia harían de nuestra sociedad ese lugar del que no querer escapar.
Pero (siempre hay un pero) llegó el hoy, y con él la voracidad del capitalismo vestido de corrupción en todas sus vertientes, llegó ocultando su verdadero interior, ese Saturno que devora a sus hijos para no ser destronado. Y devoró al pueblo cegándolo antes con dinero fácil y el espejismo de vivir vidas de lujo que jamás lo fueron. Y ha estado aquí sin parar de engullir hasta que ya casi no queda pueblo. Ese pueblo que indignado dijo basta ya y permitió que mucha gente ingenuamente atrevida entrase en las instituciones para ser su voz. Pero...Crono llega y pasa con su hoz destruyendo la cosecha y cada vez está más lejos la Democracia real y se asientan las viejas políticas en sus sillones agrietados después del terremoto de los últimos años.
Y en estas fechas volvemos a cometer plagio de las Navidades pasadas, y deseamos lo mismo que en aquellas porque nada de lo deseado se ha cumplido. Cada vez más conflictos provocados por la avaricia de quienes manejan los hilos que mueven el mundo, nuevas guerras sobre tierras ya desoladas, Palestina abocada al genocidio permitido por Europa, islas convertidas en fronteras repletas de quienes en condición de Refugiados tienen por presente el horror y el terror y por futuro ninguno...y pediremos Paz, Salud, Amor, que la fraternidad reine sobre la Tierra y haremos ese listado de cosas que o no iniciaremos o dejaremos de lado pasadas unas semanas.
Mucha hipocresía y nula valentía. Deseo para el futuro que seamos capaces de dialogar con respeto y llegar a consensos que beneficien al pueblo. Que quienes ostenten el gobierno sean gente honesta, honrada, sincera y valiente; sin pasado que esconder y con muchas sonrisas para compartir.
Que sean días de generosidad todos y cada uno en nuestras vidas y que el año que ya llega nos traiga serenidad para caminar con paso firme y la mirada puesta en la verdad y la justicia.
Me alegra poder comunicaros lo que siento y os agradezco esos minutos que me dedicáis cada mes.
Felices Fiestas Aldaia.
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