Va, llegan los Goya y Pablo se viste de esmoquin. La quintaesencia del absurdo, vamos. Con las hechuras de prenda alquilada, pasada de hombros y largo de mangas, el líder podemita se presentó de esta guisa para ser bendecido por la progresía patria. Iglesias, que mide al milímetro su puesta en escena y su hábil tactismo en el regate corto, ya nos explicará la justificación freudiana de ir descamisado y arremangado a departir con el Jefe del Estado y a la par colgarse una pajarita para codearse con la flor y nata de la cultureta. Eso sí, la imagen de camarero de Marxalenes (de Chamberí en su caso) no se la quita nadie... En la gala del cine español se puso el uniforme de los domingos, el de las bodas, bautizos y comuniones...
Sin entrar a destripar los tics del mundillo del cine hispano, el cual se autoproclama tal Luis XIV que la cultura soy yo. Son el rey sol de nuestra sociedad. Antes de la ceja, ahora de los titiriteros. Que se desgarran pidiendo justicia para unos mentecatos que aprovechan los guiñoles para hacer apología anarquista... con el beneplácito del nuevo régimen de Carmena y cía. No por acción, sinó por omisión y desinterés, deberían correr las dimisiones en el área de cultura municipal de los madriles. Pero ya verán, nada pasará. E incluso se presentarán como víctimas del establishment y los fácticos. Eso sí, la alcaldesa Manuela pasará a la historia por no enterarse de nada. O eso dice.
Y que la gente de orden no se rasgue las vestiduras, hombre. Que estos no engañan, como el algodón. Comenzaremos a ver sus desmanes y desatinos por doquier. Pero, eso sí, absténganse de ponerlos en la picota, que no es lo políticamente correcto. Que tienen patente de corso por ser novatos e intencionados, para bien o para mal. Que son la nueva política, las nuevas formas que toda la sociedad reclama (sic)... Y su estado de gracia puede ser eterno, bien acolchado por los voceros del nuevo régimen, los cuales reparten credenciales de buenismo y transformación, y por el rabillo del ojo condenan a la hoguera todo aquello que les huele, a ellos, a naftalina. Que se lo digan a Maria Antonieta, por seguir con la dinastía gabacha. Confiemos que no saquen pronto la guillotina a la plaza del pueblo. Por el bien de nuestras cabezas.
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