La socialista Amparo Sampedro preside el último pleno como alcaldesa de Rocafort. EPDA Entre muestras de cariño, Amparo Sampedro abandonaba el martes el salón de plenos del Ayuntamiento de Rocafort tras presidir la última sesión como alcaldesa de un municipio al que se ha dedicado durante años. Lo hacía después de pronunciar un emotivo discurso, el que la apeaba de la gestión pública, a la que llegó en el año 1991 como concejala de un gobierno presidido por “mi maestro” Floreal Silvestre. A la renuncia de Sampedro se sumó la de Pilar Núñez, concejala de Hacienda, que decidió seguir los pasos de su compañera tras el rechazo al proyecto de presupuesto de 2016. La vara de mando queda provisionalmente en manos del socialista Víctor Jiménez hasta la celebración del pleno de investidura que elegirá al nuevo alcalde o alcaldesa de Rocafort.
Sampedro llegó a la política local en 1991 como concejala de un ejecutivo presidido por el exalcalde Floreal Silvestre “con el que aprendí a querer a mi pueblo”. Tras un paréntesis, dedició regresar a la gestión pública en 2007 “por la sensación de ahogo que me producía ver cómo estaban destrozando Rocafort”. Como portavoz socialista lideró una oposición dura al entonces alcalde popular Sebastián Bosch, que estuvo presente en el pleno de despedida del martes.
Las urnas la convirtieron en alcaldesa en mayo de 2011 “cuando tuvimos que abordar una situación crítica, el fruto de años de abandono e irresponsabilidad”, dijo Sampedro, para remarcar que “logramos recuperar el Ayuntamiento para ponerlo al servicio de las personas y sacar adelante inversiones millonarias que Rocafort estuvo a punto de perder por la desidia de quienes convirtieron el Ayuntamiento en su cortijo”. “Lo saneamos -añadió- hasta convertirlo en uno de los consistorios menos endeudados de la comarca”, al tiempo que “se transformaban áreas fundamentales para la vida de las personas” y “se lograba que nadie se sintiera extraño en su Ayuntamiento”.
Los comicios locales de mayo de 2015 dieron al partido de la ya exacaldesa de Rocafort, el PSOE, cuatro de los trece ediles que componen la corporación. Logró ser nuevamente investida con los votos de sus compañeros de filas y de los ediles de Independents per Rocafort (IxR), Guayem y Compromís.
La transición de la ilusión a la frustración fue rápida. José Antonio González, edil de IxR, fue uno de los primeros en retirar su apoyo a los socialistas. Le siguió el representante de Compromís, Eduard Ramírez, quien renunció en abril a las áreas que había asumido tras el pacto de gobierno. A esto se sumaban las idas y venidas de Guanyem respecto a su apoyo al proyecto de presupuesto de 2016 y la renuncia hace dos semanas, por discrepancias con la posición de su propio partido, del único edil de la marca blanca de Podemos, Carlos Errando. “Ahora ya sé que al final todo ha sido producto de los problemas internos de partido. Por eso pido que los arreglen cuanto antes y se pogan a trabajar por Rocafort”, manifestó Sampedro en su discurso de despedida. Ninguno de los representantes de estas tres formaciones políticas estuvieron presentes en el pleno del martes, al que sí acudieron los ediles del PP y de Ciudadanos.
Esa noche del jueves 30 de junio en la que se debatían las cuentas municipales nadie imaginaba lo que iba a ocurrir. Solo lo sabía su familia y sus compañeros de bancada. Errando anunciaba al pleno su renuncia al acta de concejal y, a continuación, la alcaldesa hacía lo propio.
Días después de este anuncio y ya más tranquila aseguraba que se iba “feliz” si su marcha “posibilita un gobierno progresista fuerte por el Rocafort que queremos”. También se mostraba “orgullosa” del trabajo realizado y “con la tranquilidad de haber hecho todo lo que estaba en mi mano” por su pueblo y de “no haber traicionado nunca el interés general en beneficio de intereses particulares o partidistas”.
“Me llevo la honestidad de mi trabajo y el cariño de mis vecinos”, aseguró Amparo Sampedro, antes de cerrar su despedida de la política con los conocidos versos de Mario Benedetti que rezan: “compañera (compañero), usted sabe puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo”, que arrancaron un caluroso aplauso de las decenas de vecinos, amigos y familiares que, esa tarde, llenaron el salón.
Ahora, su compañero de partido, Víctor Jiménez, toma ahora el relevo como alcalde en funciones mientras llegan las acreditaciones de la Junta Electoral que permitirán completar la corporación municipal, con la toma de posesión del acta de los nuevos concejales socialistas y de Guanyem, como paso previo a la celebración del pleno de investidura, que podría señalarse para finales de julio.
Mientras tanto, fuera del hemiciclo se suceden las negociaciones entre las distintas fuerzas políticas para tratar de conformar un gobierno para los tres años que restan de legislatura. De hecho, el 8 de julio los socialistas informaban en redes sociales de que, esa misma tarde, “una delegación de los socialistas de Rocafort se reunirá con los grupos Independents per Rocafort, Guanyem Rocafort y Compromís para explorar las posibilidades de formar un nuevo gobierno integrado por estos grupos. Haremos todo lo posible para conseguir un nuevo gobierno que continúe poniendo en primer plano la mejora de la calidad de vida de nuestros vecinos”, decían.
Todo apunta a que en el pleno de investidura podría haber dos candidatos: Víctor Jiménez, del PSOE, y Agustín Aliaga, del PP. De prosperar las negociaciones, el candidato socialista contaría con los cuatro votos de su bancada y con tres votos de Compromís, Guanyem e Independents per Rocafort, lo que posibilitaría un gobierno progresista para el Consistorio. Aliaga por su parte podría sumar los sufragios de sus compañeros (cuatro) y, previsiblemente, lograría la abstención de los dos ediles de Ciudadanos. Estos resultados, de producirse, convertirían a Jiménez en el próximo alcalde del Ayuntamiento de Rocafort.
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