Mónica Caparrós. Hay
un discurso que se repite en las redes, en las barras de los bares,
en las calles, en la puerta del colegio… hay un discurso populoso y
sangrante, falso, un discurso que fomenta el odio, que se oye y se
consiente, que hace que se asienta con la cabeza cuando el “cuñado”
de turno lo sentencia como si fuera una verdad absoluta.
No
es cierto, no es verdad que se privilegie a los extranjeros en las
ayudas sociales, en los planes de empleo, en el reparto de viviendas.
NO ES CIERTO. Y no solo es falso, es peligroso, mucho. Hace que se
señale un objetivo concreto que personifica nuestros males pese a
que muchas veces está más indefenso que el resto de la sociedad
pero, hete aquí, es un objetivo fácil de identificar.
No
sólo es un discurso falso, es un discurso tremendamente cobarde.
Mucho más fácil culpar al “diferente” que al verdadero causante
de que la desigualdad se haya instaurado en nuestra sociedad como un
quiste imposible de extirpar y que crece a marchas forzadas. ¿De
verdad tienen la culpa los extranjeros de los recortes sanitarios, de
las reformas laborales, del agujero en educación? No será que es
mucho más sencillo pretender que son “ellos”, como ente
abstracto y sin rostro, la causa de nuestros males en vez de admitir
que hemos sido nosotros los que hemos amparado a un partido que ha
potenciado, año tras año, el saqueo y la desigualdad; que somos
nosotros los que aplaudimos una sociedad cada vez más individualista
y egocéntrica. Porque, claro, siempre molesta menos evitar la
responsabilidad y pretender que sea de otros la obligación de
salvarnos. Es mucho más fácil alentar a las masas enfurecidas
delante del ordenador que salir a protestar y reclamar lo que por
derecho nos pertenece.
Como
delegada de servicios sociales me veo en la obligación de desmentir
este discurso intoxicado y me pongo a disposición de toda aquella
persona que quiera traerme pruebas que demuestren sus palabras. De
todos modos no olvidemos que cualquiera que viva aquí y pague aquí
sus impuestos es tan saguntino o porteña como tú y como yo.
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