Francisco Albert. Estas
palabras habría que grabarlas a cincel en la puerta de nuestra vida,
una puerta imaginaria que nos permita vivir con dignidad.
Malos
tiempos corren para aquellos que aman la libertad. Nunca ha sido el
Poder -sea del tipo que sea- proclive a abrir la mano en esa
materia.
Ser
libre implica pensar, analizar, entender, comparar, descubrir….y
conocer… Por eso la cultura ha sido el gran enemigo de cualquier
Gobierno (me es igual de la ideología que sea, siempre que no haya
apostado decisivamente por esos valores preclaros de la Revolución
Francesa: Libertad, igualdad, fraternidad…
Cultura
es igual a libertad. Libertad es igual a cultura. La una sin la otra
no existen.
Y
a fuerza de homogeneizarnos por abajo nos han convertido en seres
anestesiados no pensantes que solo sirven para refrendar si blanco,
azul o rojo; perdón, ahora también morado.
Eso
sí. Este sistema supuestamente democrático que se inventaron es tan
perverso que logra hacer creer a los servidores ciudadanos que son
protagonistas de la película y que con sus votos deciden su destino.
¡Pobres….! ¡Pobres….!
Pero
no es nada nuevo. Desde los sistemas teocráticos (los gobernantes
siempre han tenido que ver con Dios… de forma directa o convenida)
a los democráticos se gobierna por el pueblo para el pueblo pero sin
el pueblo (fue Luis XVI quien con todo éxito lo puso en práctica).
Y…¿cómo
es posible? -preguntará alguien justamente indignado
-
¿cómo es posible que los ciudadanos no se enteren de este vaivén
del que resulta que con solo su voto están trasladando a otros que
no conocen el derecho de hacer y deshacer sus vidas…?
Sería
muy difícil explicar este fantástico fenómeno en el que
teóricamente son los ciudadanos los que deciden pero en la práctica
lo que resulta es que asisten a la escena y basta. Puede ser muy duro
el decirlo pero es tristemente así. Está, como quien dice, todo el
pescado vendido. Estén unos o estén otros. Hay una ciencia de
conducción de masas que explicaría todos y cada uno de los
movimientos a los que asistimos cada día sin dar crédito a lo que
vemos, y a lo que nos pasa. Y mucho más cuando todos los medios de
información y difusión están en manos, también, de unos y otros.
La
realidad es que de forma sibilina el poder no está en el pueblo, no
está en los ciudadanos, sino en los Partidos. Hay algo que yo
denominaría “partitocracia”, de donde nace el poder y que tiene
unos intereses que, muchas veces, no coincide con los intereses de la
gente normal y corriente.
En
las alturas se cuece todo. Y no me refiero con Dios.
Y
¿a qué viene todo esto -me preguntareis- con la libertad de
pensamiento y con la libertad de expresión…? Buena pregunta. La
contestación sobre la marcha….
El
día que los ciudadanos estén formados se preocuparán y les
interesará todo aquello que gravita sobre sus vidas y las de sus
hijos….. y podrán expresar su opinión, y podrán hacer análisis,
y comparar y decidir, y sobre todo eso, decidir de forma clara y
defender lo que decidieron….
Serán
imbatibles, entonces, los ciudadanos. Y, sobre todo, no serán
manipulables. Nadir podrá impunemente intentar tratarles como
rebaño. Nadie podrá contarles películas infumables. Y de eso se
trata. De ejercer una y otra y otra y otra vez el derecho a hablar,
sin miedo a hacerlo, sin miedo a las consignas del miedo, sabiendo
que no puede haber ley alguna que imponga el silencio, o el
seguidismo obediente, o la aceptación por pura resignación….
Dani
Mateos no ha inventado nada. Simplemente ha defendido, y está
defendiendo algo sin lo cual estamos y estaremos muertos. Una muerte
peor que la muerte misma, habremos dejado de ser seres capaces de
defender su dignidad y su libertad. Ni más, ni menos.
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