Jaime García. Hemos
leído en la prensa estos días los sucesos sangrientos ocurridos
en la ciudad de Paris. Sé que muchos, ante este y otros hechos
macabros nos preguntamos: ¿Es capaz un islamista de obrar con
tanta crueldad?... ¿Es eso lo que ordena el Profeta Mahoma
en su Corán?... Se nos dice que el Corán no es un texto revelado a
Mahoma por el Arcángel San Gabriel. Es nada más y nada menos que un
texto “increado”, que en la “noche del Destino”, descendió
sobre Mahoma desde el cielo. Para los musulmanes el Corán es
considerado como la “lengua de Dios” y por ello no cabe
interpretación humana y menos su crítica. Hay una obligación
santa de defender el Islam ante las amenazas de los infieles.
Islam significa “sumisión”, no paz. La violencia radica, de
alguna manera, en las entrañas del Islam. Pese a ello, jamás
el Islam permitiría los horrores y barbaridades que hoy comete el
grupo Yihadista, que mata a inocentes “en nombre de Alá”.
Las
religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo, islamismo,
llevan en su seno la semilla de la intolerancia. No aceptan más que
un solo Dios. Sus creencias les han llevado a defenderlas con sangre.
Recordemos la intolerancia contra los judeizantes y sus
terribles condenas por parte de la Inquisición. No
olvidemos las Cruzadas… La religión cristiana ha superado hoy
todas aquellas rivalidades religiosas. El Corán recoge la Ley
islámica donde se describen los hechos y enseñanzas de la vida de
Mahoma. Su interpretación depende de los Ulemas, legisladores,
jueces y dirigentes del pueblo musulmán. Sus sentencias están en la
Saharia. La religión y el Estado se funden. Algunos islamistas
se pasan en la interpretación del Corán, llegando incluso a
amenazar de muerte a todos aquellos que no comulguen con sus ideas.
Interpretan los textos sagrados como en su día hicieron los
almohades y benimedines. La interpretación yihadista es la
justificación del crimen y contraria totalmente a la religión
musulmana.
Es
cierto que el Islam no aprueba los horrendos crímenes que hoy
cometen los yihadistas. Sería muy conveniente que el
propio Islam lo manifestara y condenara los crímenes de estos
musulmanes.
Milagros
del Corral en su artículo Guerra y Paz ha escrito: ·”El Corán es
un libro que está pidiendo a gritos una reposada exégesis”. Los
musulmanes, en general, afirman que tales barbaries no se pueden
justificar en el Corán. No obstante, al margen de este libro
sagrado, está la Saharia, colección de tradiciones llamadas
“hadith”, obra de ciertos ulemas. Las interpretaciones de ciertos
ulemas fanatizan en parte a gentes del Islam, que se autodenominan
yihadistas, los cuales obligan a todas las gentes, que no son
islámicas, a renunciar de su fe. Si no lo hacen, los degüellan,
barbarie que clama al cielo. A miles y miles de cristianos se les ha
degollado por no renunciar a su fe.
Me
parece indignante el silencio de ciertos artistas de la ceja, que por
una hoja de perejil les hemos visto gritar por las calles. Ahora ¡ni
una sola palabra! Extraña que los propios gobiernos musulmanes no
defiendan la pureza del Islam y condenen tales locuras. Ante estos
comportamientos de pura barbarie no podemos cerrar los
ojos. Nuestra sociedad debe dar
una respuesta.
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