Recuerdo la última conferencia ofrecida en Valencia
por Enric Juliana, el director adjunto de La Vanguardia y el analista no
valenciano más sensato al tratar los temas valencianos, impartida en el Club de Encuentro Manuel Broseta. Y los trata y mucho, y
es de agradecer ese decidio interés por las cosas de esta tierra, tan poco
conocidas y entendidas allende de nuestras fronteras. Dicho ponente aseveró que el gobierno no puede dejar caer las economías de
Valencia y Catalunya, ya que junto a Madrid sostienen a todo el Estado. El área
económica mediterránea, junto a Murcia y Balears, representa el 40% de las
exportaciones españolas y el 35% del Producto Interior Bruto (PIB). La UE ya ha
señalado que para 2025 las zonas productivas y dinámicas económicamente de
nuestro país serán Madrid, el País Vasco y el arco mediterráneo (Barcelona y
Valencia).
Y
justamente este Arco Mediterráneo, como área de colaboración y también de
competición, y sobre todo como idea de futuro que se ha entendido y muy bien
por las fuerzas políticas, sociales y empresariales (gracias al empeño común en
la reivindicación del inaplazable y fundamental corredor ferroviario que nos
una a Europa), es también la zona fiscal y financieramente más maltratada por
el Estado. Y de esta cruel similitud también debemos hacer bandera común. Desde la Generalitat Valenciana siempre se ha alzado la voz a las claras, exigiendo la reforma urgente
del sistema de financiación y reclamando un
déficit diferenciado porque la situación de la que parte cada territorio es
bien diferente. Y la Comunitat Valenciana lleva muchos años infrafinanciada. Nuestro problema no es de deuda, es de ingreso.
Si
Extremadura, Aragón o Galicia hubieran tenido la misma financiación que la CV,
su déficit hubiera sido muy superior al nuestro. Y si la CV tuviera la media de
la financiación per cápita recibida por estas comunidades, no hubiera tenido
déficit alguno. Más claro, agua, y para todos. No puede haber desigualdad
en la aportación económica que recibe cada autonomía y al mismo tiempo reclamar
homogeniedad en el déficit. Además nunca se ha tenido en cuenta nuestro
crecimiento en población de más de un millón de habitantes en la última década:
en 1996 éramos 4 millones de valencianos y ahora en 2016 somos más 5 millones de
ciudadanos de la CV. Este millón de habitantes jamás se ha contabilizado en el
actual modelo de financiación autonómica, de ahí la injusticia y la
arbitrariedad. A igual déficit, igual transferencia por habitante.
El
argumentario de la propuesta desde la CV ha de ser claro: condonación de la
deuda histórica (cifrada desde 2002 en 15.500 millones de €), nuevo sistema de
financiación autonómica a aplicar ya en 2016 (basado en el critero poblacional) y
reconocimiento de un déficit asimétrico para las comunidades, igual que la UE
ha hecho con los estados miembros (valorado para la CV en el 2%). La santa
trilogía valenciana en la reivindicación de una financiación justa y no
discriminatoria.
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