Rafael Escrig.
Para
irnos de vacaciones existen cuatro opciones: no salir de España, dar
una vuelta por Europa, ir hacia otros continentes o quedarse en casa.
A priori, cualquiera de ellas parece buena, pero dirán ustedes que
eso de quedarse en casa no son vacaciones, pues se equivocan de todas
todas. Quedarse en casa supone las verdaderas vacaciones y no digo
esto en plan de que hay que conformarse. Lo digo con pleno
conocimiento de causa.
Saliendo
de vacaciones fuera, disfrutará usted de muchas cosas, probablemente
tenga usted de todo, menos descanso. Hagamos un balance: contemos con
un gasto mínimo de 1500 euros, contemos con los consabidos retrasos
y retenciones, tanto si vamos por carretera como si vamos en avión,
sin olvidar, la más que probable pérdida del equipaje y los
consiguientes riesgos de accidente. Pero corramos un tupido velo a
esa posibilidad y no llamemos a la mala suerte.
Sigamos:
¿Quién no ha vuelto de vacaciones decepcionado por una u otra
causa? ¿Quién no se ha dicho alguna vez que no volverá a salir
nunca más? ¿Quién no ha tenido algún problema con la agencia de
viajes? Y ¿quién no ha necesitado unas verdaderas vacaciones a su
regreso? De acuerdo, muchos de ustedes no han tenido ninguno de estos
problemas, felicidades por ello, pero ahí están y las
probabilidades son tanto más altas cuanto más lejos se vaya. Sin
embargo, nada de esto le puede ocurrir si decide pasar sus vacaciones
en casa. Además, ¿no es cierto que nuestra ciudad es el destino de
miles de turistas?
Yo
quiero predicar con el ejemplo y quedarme en casa uno de estos
veranos, quizá sea este. Le indico el plan: Cuando el sol lo
permita, puede pasear por alguno de los parques que tenemos en
Valencia y que la mayoría de nosotros desconoce, el de Polifilo, o
Bioparc, por ejemplo. A primera hora de la mañana podrá disfrutar
de un paseo o un baño en la playa. Por la tarde una sesión de cine,
o una merienda en una cafetería con aire acondicionado, para
disfrutar con una horchata, un helado, o con un café y un croissant
a la plancha. Por la noche se puede ir a cenar a un restaurante, se
puede ir de copas, o de fiesta. Se puede ir a pasear por la Albufera
o a un museo o subir a las Torres de Serranos o al Oceanográfico…
En
fin, todas esas opciones y muchas más están a su alcance por mucho
menos dinero que le costaría irse y mucha más tranquilidad. Además
de todo esto, va a poder ver y disfrutar de las mismas cosas que ese
turista alemán, italiano o japonés y que nunca ha visitado usted
por ese prurito de no quedarse en casa por vacaciones. Piénseselo.
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