Homenaje a medio gas
18 de diciembre de
2015, una nueva entrega de la saga galáctica más conocida por todos, El
despertar de la fuerza, llega a las pantallas de los cines. Y lo hace a medio
gas. No es una mala película. Y es considerablemente superior a la ignominiosa
precuela pergeñada hace década y media por el padre original de la ópera
galáctica, George Lucas, aunque deja el regusto amargo de que le falta algo.
Comienza el film con la fanfarria de John Williams y las
letras marchando por el fondo de la pantalla, puro Star Wars. Y con ellas el
homenaje continuo que el director de esta película, J.J. Abrams realiza. Y es
que El despertar de la fuerza va orientada casi más a los viejos carrozas que
disfrutamos de la primera que a las nuevas generaciones, aunque los más jóvenes
también podrán disfrutar.
No contaremos prácticamente nada del argumento, que por otro
lado no deja de ser una excusa para que el director, conocido por la serie
Perdidos o por revitalizar una, en opinión de muchos, moribunda Star treck con
dos películas magníficas, realice continuos guiños a los seguidores de la saga,
que 32 años después han dejado de ser niños para ser los padres que arrastran a
sus hijos al cine.
Fui al estreno y la sala estaba a mitad. El hecho de que
fuera en 3D y la hora, 0.05, no invitaban a ir. Pero el público estaba rendido
de antemano y dispuesto a que le gustase.
Lo mejor que se puede decir de El despertar de la fuerza es que se deja ver sin problemas. No se
hace pesada y a pesar de que como película no es un producto redondo, sí que
cumple sobradamente. Y, desde luego, es mucho más Star Wars que la precuela, desde luego. Y ese quizás sea su
principal problema, que es demasiado parecida estructuralmente al episodio IV,
Una nueva esperanza.
Los actores de la saga clásica nos hacen ver que los años no
pasan en balde para nadie. Y es en Harrison Ford, ese contrabandista gamberro
llamado Han Solo, en quien más se notan los estragos de la edad. Sin embargo
ver de nuevo reunidos como dúo a Chewaca y a Solo es impagable. Ver a Carrie
Fisher (Leia Organa) tan recuperada de
sus problemas de salud nos hace sonreír por la magia del cine y hay que
reconocer que Mark Hamill se muestra bastante impresionante en su papel de un
maduro Luke Skywalker.
Esta película, al fin y al cabo, es un puente
intergeneracional entre esta vieja guardia y la que entra, con unos personajes
relativamente bien logrados como Poe (Oscar Isaac), Finn ( John Boyega) y ,
sobre todo, una Rey (Daisy Ridley) que se antoja el gran descubrimiento de esta
saga y un Kylo Ren (Adam Driver) al que se ama o se odia, sin término medio.
No obstante, y sin duda, el protagonista absoluto es BB8, el
simpatico droide blanco y naranja que hace las delicias de peques y mayores.
¿Entonces, qué es lo que falla? La cinta recurre
constantemente a las llamadas de la nostalgia para cubrir los fallos y notorios
fallos del guión y el ritmo es en ocasiones farragoso y desustanciado. La
música no destaca por ningún tema especialmente (al menos en la más que
mediocre La amenaza fantasma sonaba el glorioso Duel of the Fates), por lo
que no existe la epicidad de entregas anteriores. Y el guión es un cúmulo de
casualidades galácticas que hace ver a las claras, casi con grosería, los hilos
narrativos que conducen la obra.
La sensación de deja vu es constante, un “esto ya lo he
visto” que hace que como recuerdo y homenaje funcione a la perfección, pero que
como película en sí misma quede algo coja, ya que le falta energía. Ahora bien,
tiene alguna escena podría llegar a pasar a la historia del cine y a nuestro
imaginario social, aunque nada parecido al “yo soy tu padre” de El Imperio
contraataca.
En resumen, Star Wars es una película digna, casi a la altura
de la saga original, pero limitada narrativamente. Un espectáculo visual y un
goce para los sentidos, pero en la constante batalla entre el homenaje y la
autoparodia. Le ha faltado a su director
un pequeño empujón extra para hacer de El despertar de la fuerza una película
redonda en sí misma.
Y dicho esto, a esperar a la siguiente, que ya queda poco. Y
a los que no hayáis ido todavía, un consejo, id. Antes de que alguien cometa un
desliz y desvele el mejor secreto de esta película.
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