Vicente Faubel (en la imagen a la derecha) en una fotografía de archivo. EDPA El arranque de los play offs de la ACB vuelven a señalar al Valencia Bàsket como uno de los grandes equipos de baloncesto del viejo continente. No obstante, los actuales logros del equipo propiedad de Juan Roig, no serían posibles sin la ciudad de Llíira, la cuna del baloncesto valenciano, cuyo equipo el CB Llíria fue el auténtico culpable de que la afición al baloncesto se extendiera por toda la Comunidad Valenciana. Llíria respira baloncesto en sus calles, y su pabellón deportivo es un templo al que acuden todos los fines de semana casi mil personas con la intención de mantener viva una seña de identidad local. Poca gente conoce el peso de esta tradición como Vicente Faubel. Ex-jugador del club, padre de jugadores del club, antiguo sponsor del equipo, y actual presidente del Club Esportiu Llíria, el heredero de aquel equipo que llevó a la Comunidad Valenciana a la ACB y que hoy pelea desde la EBA por el ascenso a LEB-2.
- ¿Cuantos años lleva en el club?
- Casi toda mi vida. Empecé de jugador a los 13, o 14 años en el CB Llíria, fue una época muy bonita pero me retiré pronto en los 70 porque había que elegir entre trabajar y el deporte, y aquellos tiempos eran diferentes a estos, ningún padre veía el deporte no se veía como una actividad profesional, y siempre pensé que había jugadores mejores que yo, pero seguí apoyando al club porque el baloncesto es un vicio sano. Cuando llegó la refundación a mediados de los 90 el club nos necesitaba y entré en la directiva. Ahora mismo soy presidente, pero lo cierto es que todos en el club somos un equipo en el que todos echamos una mano en varias funciones.
- Llíria es la cuna del baloncesto en la Comunidad Valenciana, muchos aficionados deben su afición a esta población ¿Pesa la responsabilidad?
- Más que pesar nos empuja. Reunimos entre 800 y 900 personas cada jornada en el pabellón, y eso nos da fuerzas para seguir. Cuando miramos al pesado pesa saber que es muy difícil volver a ser lo que una vez fuimos, pero tampoco va a ser imposible. Lo cierto es que tenemos un proyecto realista que mejora año a año, que cuando da pasos adelante no los vuelve a dar atrás, y hemos estado ya dos veces a punto de subir a LEB-2, por lo que sabemos que vamos por buen camino.
- ¿Cómo se gestó la alianza con Grupo Sanz?
- Es una empresa muy importante de Llíria, muy antigua, con delegaciones fuera de España. Un día invitamos al presidente de la compañía a un partido de la fase final nacional, y se encontró el pabellón con 1.500 personas volcadas con el equipo. El resto fue fácil, porque Grupo Sanz comparte muchos de los valores de nuestro club. Por ejemplo Grupo Sanz cree que los empleados han de formarse en su competencia profesional, pero también para ser personas que aportan a la sociedad, y esa es precisamente nuestra filosofía con nuestros jugadores.
- Ese es otro punto importante, sois un club cantera
- Tenemos siete equipos en la categorías inferiores, y la mayoría de los jugadores de nuestro primer equipo vienen de allí.Nuestra filosofía es que cualquier niño que acuda a nosotros a aprender a jugar al baloncesto, le enseñaremos baloncesto. Aunque sepamos que no va a llegar nunca a medir dos metros y jugar en la NBA. El baloncesto es un vicio sano, y un sitio donde aprender valores de trabajo de equipo. La alura que nos falte la buscamos fuera y arreglado.
- ¿Y es fácil convencer gente de fuera para jugar en Llíria?
La distancia con Valencia nos perjudica un poco, y además nosotros no cometemos la locura de competir con sueldos astronómicos, pero es más fácil de lo que parece. Cuando un jugador de fuera ve a 1.000 personas animando en un pabellón sabe que somos un club donde puede disfrutar progresando, donde sentirá lo que es tener un pueblo detrás animándole, en Llíria un jugador de EBA puede sentirse muy importante.
- ¿Qué supondría para Llíria el ascenso a LEB?
- A principio de temporada no teníamos una meta predefinida. Sabíamos que teníamos una afición para el que lo mínimo es la EBA, ahora lo que nos saquemos de más es un premio. Estamos dispuesto a soñar, pero ahora mismo, cada partido en el Pla de l’Arc es una fiesta, hay que disfrutar y si llega la tercera plaza es una fiesta. Hemos hecho bien las cosas y ahora toca disfrutar cada partido.
- ¿Merecen la pena los sacrificios?
- Para mí sí. Estoy satisfecho porque somos un club de sentimientos. Aquí están mis amigos y mi familia, y lo digo tanto de forma literal, porque tengo dos hijos jugadores, como metafóricamente. En el pabellón nos conocemos todos cuando vamos, cada partido celebrado en Llíria es el resultado del esfuerzo de mucha gente, y la base de todo eso es la afición. Cualquier otro club que hubiera pasado por lo que sufrimos nosotros tras el descenso habría desaparecido.
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