Murgui junto a la estatua de la Libertad. FOTO EPDA El lunes a eso de las 20 horas
recibo una llamada de teléfono de una buena amiga, afiliada al Partido Popular,
para preguntarme si había estado el domingo día 25 en el Pabellón de la
Fonteta. Le dije que no, que no había podido ir, aunque si que he seguido a
través de los medios y redes como fue el acto y la repercusión que ha tenido.
Esta amiga, que cada convocatoria
electoral acude a los Colegios como Interventora de su partido, esta vez estaba
animada, muy animada porque le habían llamado otros amigos para decirle que se
iban a afiliar a Podemos. Comentaba que en Pabellón, había gente de todas las
edades, de todos los colores, de todas las banderas -aunque allí no se vieran
banderas-, y personas con rostro esperanzan te oyendo el fresco mensaje que
Pablo Iglesias les hacía llegar.
Incluso me comentó la intervención
de una niña pidiendo trabajo para su padre, y parece ser que esa niña fue
llevada hasta el escenario donde actuaban los oradores, para comunicar su
solicitud, y logró encantar a todo el público.
Hasta aquí se puede decir que fue
una llamada de teléfono sin más, pero si entramos en la esencia de la historia,
me atrevo a pensar y solamente como un pensamiento personal, que
“esto”, el sistema se mueve, y algo se palpa en el acontecer de la
historia. Ya he escrito algunas veces sobre “el aviso a
navegantes”, ya he hablado en otras y sin ser autoridad competente para
vaticinar, sino más bien como observador, que algo está cambiando y va a
cambiar en los próximos meses. Ese “cuerpo a cuerpo” Valencia
– Madrid, y todos sabemos lo que se celebró en Madrid el pasado fin de
semana, nos viene a decir que “la cosa” no va de desafío, el tema
esta en marcar tiempos y posiciones; la advertencia o aviso de Pablo Iglesias
fue muy clara: “Vamos a
mandarle un mensaje a Mariano Rajoy: ‘tic tac, tic tac, tic tac...’
El 31 de enero empieza la cuenta atrás”, dijo. “Podemos no nació
para protestar, para ser una fuerza testimonial. No nacimos para ir a las
tertulias, nacimos para ganar, y le vamos a ganar las elecciones al PP”.
La gente de a pie, el votante, el ciudadano, el que ha
sufrido en sus carnes la crisis, el desempleo, el desahucio… está un
poco, bastante cansado. Quiero ser tremendamente generoso con todos los
políticos, y pienso que ha llegado el momento de la esperanza, de la
regeneración y del cambio. Atrás quedó la transición, y atrás deben quedar las
líneas de la corrupción allá donde hubo corruptos, y atrás deben quedar todos
los oscuros horizontes que nos alejen de aquello que nos separa de lo que se
hizo mal y no debe repetirse. Podemos llegó a Valencia, y cautivó la atención
de aquellos que ven en los nuevos partidos políticos una esperanza de vida,
porque en muchas ocasiones de esos partidos nacen las palabras que el ciudadano
necesita escuchar, y entender. Pensamos que solo son palabras, hay que creer
en los hechos.
Hay una frase de Sergio Lubel que dice: “Una lengua
puede herir más que un cuchillo y una caricia curar más que un médico”.
Estas lenguas políticas ¿nos hieren? ¿Nos dicen la verdad? ¿Vamos a poner punto
final a todos los males del mundo? O estamos esperando la caricia del político
de turno para que nos cure aquello que los Galenos, no logran curar? El tiempo
es sabio, el tiempo aunque mudo es locuaz, el tiempo es el asesino de los
mediocres. Queda poco tiempo, hay siempre una obscura noche para cada
amanecer, y sobre todo está el criterio acertado de un pueblo que más le vale
votar con la cabeza y dejar un poco de lado los latidos del corazón, a veces
provocan arritmias, taquicardias, fibrilaciones y hasta paros cardiacos…
Por encima de todo el corazón no envejece, los sentimientos si son buenos no se
marchitan, y lo que está bien hecho, siempre está bien hecho. Es momento de
pensar y madurar. Es el momento del pueblo.
Feliz martes 27 de enero.
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