Salva Gallur, de Som Valencians. Todavía recuerdo las elecciones municipales de 1991. Una prácticamente desconocida Rita Barberá lograba un concejal más que la Unión Valenciana (UV) de Vicente González Lizondo. Aquel día fue el principio del fin de UV. 25 años después, el PP se ahoga en su propio vómito de corrupción y con él los restos de aquella UV, que fueron absorbidos, primero en el Ayuntamiento de la capital valenciana y, más tarde, a nivel autonómico tras el 'pacto del pollo'. Visto lo visto, aquello fue nefasto para el valencianismo y, por tanto, para los valencianos. Y hoy, ahora en estos momentos, más que nunca, es imprescindible que una fuerza como Som Valencians lidere un nuevo impulso valencianista que supere al podrido Partido Popular y conecte con la realidad valenciana, a diferencia de Ciudadanos y, por supuesto, fuerzas que miran al Norte, como Compromís.
La historia de una ilusión comenzó en los años 80, cuando UV llegó a tener en muchísimos Consistorios más fuerza que el PP, partido de obediencia nacional. En 1991, PP y UV pactaron alternarse dos años cada uno la alcaldía de Valencia, pero Rita Barberá acabó incumpliendo el acuerdo. La corrupción ya comenzó en aquella época, al menos la corrupción moral y valores, cuando algunos concejales de UV se vendieron por un plato de lentejas al socio de gobierno. ¿Ejemplos? Mayren Beneyto, Juan Vicente Jurado o Maria Àngels Ramon-Llin.
En 1995, UV se hundió en Valencia, pero todavía conseguía representación suficiente para pactar con el PP de Eduardo Zaplana en les Corts Valencianes. Fue el triste 'pacto del pollo', auspiciado por empresarios valencianos como Federico Félix. El final de esta aventura es por todos sabida: abrazo del oso, expulsión de Lizondo y defenestración total del partido que llegó a tener dos diputados nacionales.
Después de aquello, UV se quedó sin representación en las principales instituciones valencianas y comenzó una travesía por el desierto hasta su disolución. Al mismo tiempo, el PP, habiendo comprado a todos los valencianistas con cargos orgánicos e institucionales, lograba mayorías absolutas, crecía y crecía. ¿Nadie se acuerda de Alfonso Novo? Era el líder de UV en la zona dels Poblats Marítims. Ahí está ahora, en el centro de la corrupción del Ayuntamiento de Valencia, que ha provocado una gestora en el PP del 'cap i casal'.
El valencianismo fue absorbido por el PP y ahora es momento de que vuelva a recobrar su fuerza imprescindible para que este pueblo avance social y económicamente. Por ello, Som Valencians está preparado para liderar un nuevo proceso de conexión con los valencianos que se sienten como tal y quieren recuperar el orgullo perdido por culpa de los corruptos. Los valencianos no somos corruptos. Como tampoco los andaluces porque el PSOE tenga problemas con los EREs, ni tampoco los catalanes porque los Pujol sean unos chorizos. Los valencianos somos gente honrada y trabajadora.
Som Valencians, som honrats i volem tornar a tindre una veu valencianista propia.
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