José Luis Rodríguez Zapatero pasará a la historia por ser el presidente más progresista en lo social de la democracia, pero también como el más necio. El PSOE acaba de registrar el peor resultado en las elecciones autonómicas y municipales y ha decidido agotar la legislatura. ¿Por el bien de España? No, por intereses meramente partidistas, porque cree -y se equivoca- que, ganando tiempo, puede mejorar un poco la situación económica y, de esta manera, recuperar algo de terreno electoral.
Zapatero, aconsejado por el aparato del Partido Socialista, quiere agotar la legislatura. De esta manera, también confía en encontrar un secretario general y un candidato que suponga un revulsivo. En julio habrá proceso de primarias, salvo que Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón lleguen a un acuerdo, por lo que en caso de no haber adelanto electoral el nuevo líder sólo tendrá 7 meses para explicar un proyecto diferente e ilusionante. Difícil lo van a tener, se llame Carme o Alfredo, para convencer a la ciudadanía de que el nuevo PSOE no es responsable de los errores de Zapatero.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno hace tiempo que no acierta una. Su última gran ocurrencia, acudir a los mítines de las principales ciudades a apoyar a sus candidatos. Zapatero es sinónimo de 5 millones de paro y de crisis. Y hoy, si el PSOE se ha derrumbado en muchos ayuntamientos y ha perdido en todas las comunidades autonómas -sólo en Extremadura podrá gobernar con un pacto con IU- no es por culpa de los candidatos regionales y locales. Éstos han recibido en su cara la bofetada electoral que los ciudadanos le han querido dar a Zapatero. Por ello, los socialistas cometerían un grave error si decidieran prescindir de los candidatos sólo porque han cosechado un mal resultado en las elecciones regionales y locales. Ellos no tienen la culpa. La culpa es de Zapatero.
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