Víctor Jiménez. No deja de ser curioso
que Pablo M. Iglesias ande estos días reivindicando un gobierno a la
valenciana. Está bien que Valencia (sinécdoque habitual en Madrid
para referirse a la Comunitat) sea invocada en un marco referencial
distinto del rosario de casos de corrupción. Esto es, de por sí, un
avance considerable. Pero la reivindicación del gobierno a la
valenciana está tuerta. No ve la realidad valenciana ni sirve para
comprender la realidad madrileña. Al menos, no es útil más allá
de la calculadora electoral que mide los días que faltan para unas
nuevas elecciones.
En la Comunitat, Podemos
no forma parte del Gobierno. El bipartito lo conforman PSPV-PSOE y
Compromís, y Podemos apoya desde fuera. La izquierda suma
mayoría absoluta: PSPV, Compromís y Podemos dan cuatro diputados
más que la mayoría absoluta. No hacen falta más partidos. No son
necesarios los trece diputados de Ciudadanos. Este es el gobierno a
la Valenciana.
En Madrid, Podemos no se
plantea apoyar al Gobierno como en Valencia, es decir, desde fuera.
Exigen una vicepresidencia, los ministerios de Defensa, Justicia o
Interior y el control de RTVE. Ministerios muy sociales, como puede
verse… Pero lo sintomático es que las sumas de diputados de las
formaciones de izquierda no conforman mayoría suficiente. Es
necesario contar con los votos de Ciudadanos para conformar un
gobierno. Sin Ciudadanos, no hay gobierno de cambio.
Con el voto en contra de
los 17 diputados soberanistas catalanes, bastaría con el apoyo del
PNV y la abstención de Podemos, IU y Bildu. Compromís debería
votar a favor. Con el voto contrario de Podemos, no hay acuerdo
posible y únicamente cabe convocar unas nuevas elecciones. Así que,
si lo que realmente quieren es un gobierno a la valenciana, en
Podemos deberían empezar por ser un poco más humildes en sus
exigencias, y desde luego más realistas en sus planteamientos.
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