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Orín en las calles, coches mal aparcados, botellas y suciedad representan el punto negativo de las fiestas
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P. T. - 19/03/2017
Basura acumulada donde solía haber un contenedor. FOTO P. T.
Coches aparcados en parques y jardines de Valencia, en esta imagen en la calle Filipinas, cerca de Puerto Rico-Literato Azorín. FOTO P. T.Plantas de jardineras sepultadas por botes, botellas y más suciedad. FOTO P. T.
Las Fallas de València son arte, fiesta, ruido, color y muchos, muchos visitantes. Este año, el primero como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, las Fallas han batido en la capital valenciana todos los récords. Algunas cifras hablan de un millón de turistas entre semana y hasta 1'5 millones el fin de semana, al coincidir con el hecho de que en Madrid el lunes es festivo. Esto tiene también su traducción en la Cara B de las fiestas, que la representa la suciedad que se acumula cada mañana en las calles, auténticos estercoleros.
Una ciudad de 800.000 habitantes y un área metropolitana de otros tantos que recibe entre un millón y un millón y medio de turistas más, hace lo que puede para mantener limpias sus calles, máxime si se tiene en cuenta que toda la ciudad es una gran verbena nocturna desde el miércoles hasta el domingo, día de la 'cremà'. Así, la Cara B de las Fallas son los orines humanos que hay por doquier, papeles y botellas, de plástico y cristal, vómitos y coches mal estacionados en cualquier parte. La pregunta: ¿es inevitable? tiene su respuesta cuando te paseas por el centro especialmente por las noches de Fallas. Es imposible. La marea humana es de tal magnitud que el caos es la respuesta y la suciedad la consecuencia mínima de multiplicar por tres la población habitual de Valencia.
Ahora bien, aunque la ciudad tiene su Cara B durante las Fallas -las aglomeraciones han superado las de años anteriores, con lugares abarrotados absolutamente con cientos de miles de personas, como las 'mascletaes', los fuegos artificiales, las verbenas o las dos tardes de ofrenda a la Mare de Déu-, lo cierto es que hay una legión de trabajadores que se encargan de limpiar cada mañana la ciudad para dejarla a punto a la espera de que en la noche vuelvan los orines, los papeles y las botellas a las calles. Hasta la noche de la 'cremà' del domingo 19 de marzo. El lunes 20 Valencia se despertará nueva, renaciendo de sus cenizas.