Vicente Gil Morón y MarÃa Luisa Blasco Moliner, actuales propietarios de la ?Pastisseria? de Meliana. / EPDA El 31 de diciembre de 2017 cerró sus puertas al público la emblemática e histórica ‘Pastisseria’ de Meliana, la que por enero de 1912 inauguró José Gil Ibáñez y su esposa Teresa Nicolau Sorribes. Dos jóvenes llenos de ilusión inauguraron un local que hoy pasa a la historia como el lugar de encuentro de millares de personas que desfilaron por este espacio, cuando salÃan del cine los domingos o iban al ‘paseo’ de la calle San Juan del pueblo.
La plaza Mayor de Meliana era el albergue de la juventud, no ya del mismo pueblo, sino de otros pueblos que allà acudÃan. La ‘Pastisseria’ era lugar obligado de visita para descansar, paladear la gran reposterÃa, empanadillas de pisto, los susús y toda clase de pasteles que allà siempre han existido.
El yayo José fallecÃa en el año 1924 y le seguÃa la tradición su esposa Teresa con sus hijos pequeños, hasta que su hijo Vicente Gil Nicolau, (que tuvo que renunciar a la carrera de farmacéutico que habÃa estudiado), junto con su esposa Anita Morón Biot se hicieron cargo del negocio en el año 1950 siguiendo la tradición de la emblemática ‘Pastisseria’ del pueblo de Meliana, dándole un gran empujón comercial, mejoras en el local y lo que mejor sabÃan hacer, sus ricas tartas y pasteles. La juventud de todos los pueblos seguÃan visitando aquel lugar, donde comenzaron muchas historias de amor, muchos noviazgos y muchas amistades. En la ‘Pastisseria’ se respiraba ilusión, alegrÃa y lo mejor de todo, amistad.
En esta ‘Pastisseria’ siempre se ha trabajado con gran amor y cariño por el trabajo, por contentar y complacer a sus clientes y doy fe de ello, por dar lo mejor de si para todos.
En 1989 heredó la tradición el hijo de ambos Vicente Gil Morón que les habÃa nacido en aquellos momentos de hacerse cargo, él lo hizo con su esposa MarÃa Luisa Blasco Moliner ‘Marisa’, una jovencita que Vicente habÃa conocido en el baile en Estivella, y supieron aprender la lección y siguieron poniendo todo su amor y entusiasmo en ‘su PastisserÃa’, aquella que hubieron fundado sus abuelos y habÃan seguido sus padres. Volvieron a renovar sus instalaciones y le dieron otro gran empujón al negocio, fuente de ilusión, amor, respeto, amistad y cariño, que allà se respiraba, hasta el dÃa de hoy. Allà les nacieron sus tres hijas MarÃa Luisa, MarÃa Teresa ‘Mayte’ (para los amigos) y MarÃa Vicenta o Marivà como la llaman, que hoy es madre de la única nieta Noa que hasta el dÃa de hoy tienen Vicente y MarÃa Luisa. Han llegado hasta donde sus fuerzas les han permitido, pero los avatares de la vida son asÃ, ahora se cierra ‘la Pastisseria de Meliana’, la historia lo juzgará. Se cierra una histórica leyenda, fábrica de todo lo mejor que al mundo se le puede dar: amor, ilusión y el cariño más grande que nadie pueda soñar. Adiós ‘Pastisseria’, la centenaria que ya no abrirá más y que siempre amigos y extraños añorarán cuando lleguen a la plaza Mayor y la puerta del amor se haya cerrado y ya no abra más.
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