Raúl Castillo. Hay
comportamientos y manifestaciones en los plenos del Ayuntamiento de
Sagunto que rozan la deshumanización. En el último, celebrado
apenas hace unos días, tuvimos que presenciar perplejos, cómo se
realizaban manifestaciones cuasi denunciables, amenazantes y sobre
todo, muy ofensivas. Parece ser que los ánimos se empiezan a caldear
con mucha antelación a la recta final hacia las elecciones
municipales. Puede que los nervios que provocan ciertas noticias en
los medios de comunicación, junto con las altas temperaturas de este
junio soleado, estén golpeando directamente en la línea de
flotación de partidos que se vendían como brigadas de limpieza anti
corrupción y se han convertido en hostales de acogida para tanta
ambición.
Pero
es que, como se suele decir, en todas las casas cuecen habas. Algunas
salen quemadas y hay que tirarlas a la basura y otras te toca
comértelas aunque no te gusten. Lo importante en este mundo es tener
buenas tragaderas y buen estómago.
De
verdad que hay momentos en los que no se puede respirar este aire tan
contaminado. Y se hace difícil mostrarse positivo ante los
ciudadanos, explicando un futuro en el que el fango solo lo
encontremos en los charcos y no en las instituciones.
Nosotros
seguimos creyendo que es posible una política mejor y unos políticos
mejores. Seguimos trabajando para que los debates sean simples
intercambios de opiniones, ideológicos o partidistas, pero sin
necesidad de ir a trabajar con las botas de agua para meterte en el
barro.
Necesitamos
discusiones duras, profundas pero educadas y sin perder en ningún
momento el objetivo del interés general. Necesitamos saber que
cuando el árbitro pita el final del partido, todos podemos compartir
un refresco juntos y comentar la jugada. Es imprescindible entender
que se puede convivir sin tratar de destruir al adversario político,
y lo es, porque nuestro comportamiento afecta directamente en el buen
o mal funcionamiento de nuestro Ayuntamiento, y lo es, porque el buen
o mal funcionamiento de éste afecta directamente en el día a día
de los vecinos y vecinas de nuestra ciudad.
Yo
no tengo botas de agua, ni me las pienso comprar, no las necesito
para el lugar donde me sitúo en política. Ven, aquí no hay fango.
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