Vivimos tiempos convulsos polÃticamente hablando. No es para extrañarse. Ya lo muestran las últimas encuestas del CIS, en la que en el pódium de los problemas que tenemos en España se encuentra la preocupación de nuestras vecinas y vecinos por la polÃtica en general y el enfado con la clase polÃtica. Y, realmente, no es para menos.
A menudo vemos en los parlamentos o plenos de ayuntamientos disputas entre polÃticos, grescas, vociferar, insultos… El tÃpico "y tú más". Campañas con mentiras, medias verdades o difamaciones. PolÃtica irresponsable (aunque algunos lo llamen "oposición responsable").
A todo ello se le suma la lacra del "lawfare" o judicialización de la polÃtica de forma abusiva y asquerosa con la finalidad inhabilitar al oponente polÃtico y hacerlo sentir repudiado socialmente sin mayores pruebas aparentes… Ahà tenemos el reciente caso de Mónica Oltra.
Todo ello avalado y con el altavoz de un supuesto periodismo rancio de acoso y derribo lleno de mentiras y bulos (fake news) que lo único que persiguen es desinformar y polarizar a la sociedad.
Por eso un sector de la ultraderecha, avalado por la derecha, campa a sus anchas, lleva a cabo esta mala práctica de denuncias falsas, escraches en viviendas, insultos, amenazas… Y un largo etcétera. Esto, solo es un ataque a nuestra Democracia.
El polÃtico, independientemente de su ideologÃa, es una persona de carne y hueso con sentimientos. Y detrás hay padres, hijos, pareja, familia y amigos que sufren.
¿Y nos extrañamos luego si el presidente del gobierno decide parar su agenda cinco dÃas para reflexionar si merece la pena seguir? Yo, personalmente, me lo llegué a plantear en la pasada legislatura del 2019 al 2023.
Los que nos dedicamos a la polÃtica (aunque sea a nivel de pueblo) sabemos los riesgos y el sacrificio que conlleva. Y, aún asÃ, decidimos seguir porque lo que nos mueve es la convicción de llevar a cabo una polÃtica sana y respetuosa con trabajo y esfuerzo para mejorar la vida de nuestras vecinas y vecinos. A eso hemos venido a la polÃtica.