Rosario y JoséCada año el siete de octubre celebraba su onomástica, era su dÃa; este año el dÃa de su santo fue la vÃspera de pasar de este mundo al de la eternidad.
Rosario junto a su esposo José, han sido esa pareja ejemplar capaz de reinventarse el mundo innovando en el sector de la restauración. De un pequeño, sólido y exquisito restaurante en la carretera, fueron capaces de pasar a la sombra de una higuera para fundar la Barbacoa Lafuente.
La fuente está a la entrada del salón y la higuera remata el espacio... las mesas cubiertas con manteles de cuadros rojos y blancos, han sido el entorno que Rosario y José han educado a sus hijos José Javier y VÃctor y han hecho posible que esa saga de cualificados y limpios cocineros sigan manteniendo el buen nombre de una forma que heredada de sus abuelos sigue siendo un referente gastronómico en Casinos.
Rosario vivió por atender a todos aquellos comensales que en cada ocasión acudÃan puntuales a la hora de comer o de cenar. Rosario y José, jamás miraron que fuera un dÃa de fiesta o un dÃa laborable, su espÃritu emprendedor avaló siempre sus actos, y la buena cocina que salió de sus manos fue sinónimo de calidad.
Cuando el matrimonio se jubiló, pudieron gozar de las fiestas, disfrutar de todo aquello que se vivÃa en Casinos, y que ellos siempre vivieron en la distancia a causa de su trabajo y que tantas ocasiones se lamentaban de no poder participar por la obligación que supone atender el negocio.
El impecable gorro blanco, los limpios manguitos, y la obsesión por la limpieza, dejaron paso a una relajada vida que de no haber sido segada aún podrÃa estar disfrutando.
Rosario perteneció a esa saga de cuatro hermanas, Carmen, Pilar y Manola, "les sarieres, les boches", hijas del tÃo JoaquÃn y de la tÃa Carmen, siempre dispuestas a trabajar por las "cosas de Casinos", haciéndose presentes desde la discreción ante cualquier necesidad, y sabiendo que eran puertas de personas que cuando llamas, se abren con toda sinceridad.
Hoy nos ha dejado la tercera de las hermanas... cuando una persona se va, solo deja además del recuerdo, las buenas obras, las buenas acciones, lo que en su vida sembró. De Rosario podemos recordar esa fuente que nos recibe a la entrada de su Barbacoa que está presidida por la blanca imagen de la Cueva Santa, no olvidaremos su buen hacer en la cocina, su gracia para cocinar las chuletas, el embutido, el pan con ajo aceite a la brasa, y su buen criterio para mantener vivo el nombre de una casa que ha sido y es un referente de Casinos.
Cada uno a su manera escribe con su vida las páginas del libro de la vida, cada uno con sus hechos aporta algo a la vida de los pueblos cada uno por sà y por su entorno deja las huellas por el camino que camina. Hoy con unas sencillas palabras despedimos a Rosario, una despedida siempre es triste, una despedida cuando te abrazas a la vida con fuerza es inesperada, una despedida provoca aquella frase de que nada hay que se rompa sin que duela el corazón; seguramente una familia con el corazón destrozado, llorará la ausencia de Rosario, pero su obra queda viva, la fuente de agua clara mana con fuerza, ese espÃritu de progreso, de miras de futuro, de trabajo, de buen hacer, sigue vivo, sigue presente, porque el recuerdo también forma parte de la vida, y la ausencia que marca la muerte, es gratitud por todo lo vivido y por el ejemplo transmitido.
Todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir mesa y mantel en esa casa, hoy estamos tristes, sentimos que junto a Rosario, dejamos un trozo de lo vivido, de los buenos años, de los buenos momentos... porque esa casa en muchos ocasiones fue la casa que a todos nos unió, nos albergó, la casa de la familia, de los amigos, de aquellos que siempre creÃmos en un Casinos mejor.
El dÃa 9 de octubre, dÃa de la Comunidad Valencia, en la Iglesia Parroquial de Santa Bárbara de Casinos a las 17 horas, será el momento de despedirte, allà recibirás el abrazo que te conduzca a la eternidad.
Descansa en paz, mujer trabajadora, mujer ordenada, mujer atenta con todo lo de Casinos.
