En 1992 la Comisión Europea fijó como uno de sus principales objetivos poder corregir el desequilibrio en el uso de los medios de transporte de mercancÃas. Para ese propósito, se apostó por desarrollar el transporte de mercancÃas por ferrocarril en detrimento del transporte por carretera, que en ese momento (y en este) poseÃa una cuota de mercado muy superior a pese a ser el que presenta un mayor impacto medioambiental.
El iluso propósito de la Unión Europea era conseguir que en 2030, el 30% de las mercancÃas transportadas en Europa fueran distribuidas por ferrocarril y con el objetivo final de que en 2050 fuera de al menos un 50%.
Para ello se han ido destinando recursos económicos enormes y se ha desarrollado normativa europea para favorecer y potenciar que el trasporte de mercancÃas por ferrocarril le robe protagonismo a la carretera. Por ejemplo, la apuesta presupuestarÃa de la Unión Europea para tal fin en España entre 2007 y 2013 fue de unos 4.350 millones de euros.
La realidad europea en 2.020 es bien distinta y dista mucho del objetivo inicial. Desde 2011 crece el transporte de mercancÃas por carretera en Europa, justo el efecto contrario de lo que se buscaba. En España es especialmente grave, ya que sólo el 4,7% de las mercancÃas que se mueven en el paÃs, lo hacen por ferrocarril, siendo el paÃs Europeo que menos ha desarrollado el transporte de mercancÃas por este medio.
El motivo de estas mediocres cifras está en que realmente no se ha destinado ese dinero a fomentar el transporte de mercancÃas, sino a otros menesteres. Nos encontramos con que la gestión del tráfico ferroviario no se ha adaptado al transporte de mercancÃas, los fondos europeos no se emplearon primordialmente para potenciar las mercancÃas sino al transporte de viajeros (véase el corredor mediterráneo), existe una falta alarmante de mantenimiento de las lÃneas que no son de alta velocidad, la liberalización del sector es insuficiente y poco transparente, los trenes pagan tasas muy altas por utilizar la infraestructura mientras que el tráfico por carretera apenas contribuye por su uso y otras muchas contradicciones que hacen que la propuesta de la Unión Europea, hoy sea algo inalcanzable. El resultado es un transporte de mercancÃas por ferrocarril poco competitivo frente al transporte por carretera.
La realidad es que las polÃticas para fomentar el transporte ferroviario de mercancÃas en España no existen. Los sucesivos gobiernos, por motivos electorales, se han centrado en potenciar el transporte de viajeros en Alta Velocidad, olvidando por completo las directrices de la Unión Europea y llevando al completo abandono a las lÃneas convencionales, por las que discurre el ferrocarril de mercancÃas.