Un pueblo que no
tiene garantizado ni el pan que va a llevarse a la boca jamás podrá ser libre
para decidir su futuro. Y en Burjassot se pasa hambre. ¡Qué lejos nos queda la
libertad!
No hace falta que
nos vayamos muy lejos para conocer la pobreza. El paro y los recortes nos
asfixian y hacer tres comidas al dÃa cada vez es más complicado. Incluso
algunos de nuestros vecinos tienen que buscar alimentos en la basura o
recurrir a la caridad para sobrevivir. Sabemos que el comercio local está
agonizando. Las tiendas del pueblo cierran y se pierden puestos de empleo
todos los dÃas. Sin embargo, la mayorÃa seguimos comprando en los grandes
supermercados. Supermercados que cada vez ofrecen peores condiciones laborales
a sus trabajadores y que prefieren tirar la comida que les sobra al contenedor
antes que darla a los necesitados.
¿Cómo es posible que
haya campos sin cultivar y comida en la basura cuando hay gente pasando
hambre? Si nosotros, los trabajadores y trabajadoras, somos los que producimos
y los que consumimos, ¿por qué aceptamos las condiciones que nos imponen desde
fuera?
Porque estamos solos. Sin organizarnos
somos mucho más débiles. Por eso necesitamos un gran pacto. Un pacto de trabajadores
y trabajadoras que permita a los agricultores vender sus productos a un precio
digno, dé herramientas al pequeño comerciante para resistir las embestidas de
las grandes superficies y que ayude a los vecinos y vecinas de Burjassot,
independientemente de sus recursos, a acceder a los productos y servicios más
básicos para vivir con dignidad. Un pacto que nos haga libres. ¿Qué importan
las banderas, la religión y los pequeños matices polÃticos cuando está en
juego el bienestar de nuestras familias? Hay más cosas que nos unen que las que
nos separan. Unidos somos más fuertes.
En dos años, desde
Pacto de Trabajadores, la asociación que presido, hemos construido grandes
proyectos para Burjassot. Bancos de libros y de material escolar en colegios e
institutos públicos para luchar contra el recorte a las becas. Reparto de
pañales para familias trabajadoras.
Venta de alimentos
básicos desde el pequeño comercio, a precios más bajos que los de las grandes
superficies, para dignificar la agricultura valenciana, dar oxÃgeno al
comercio local y ayudar a la gente necesitada sin caer en la caridad. Cajas de resistencia
para las huelgas y las marchas de la dignidad. Una universidad popular con
clases gratuitas de inglés, italiano, francés, valenciano y refuerzo escolar.
Y todo esto sin
grandes recursos económicos. Sólo con nuestras aportaciones voluntarias de
trabajo y dinero. ¿Imaginan lo que podrÃamos conseguir desde el gobierno?
Por eso, he decidido
escuchar las peticiones de los vecinos, dar un paso al frente y presentarme por
Esquerra Unida a la alcaldÃa de Burjassot.
Esto sólo acaba de
empezar. Tenemos un pueblo por ganar. El frÃo, el hambre y las ansÃas de libertad
no pueden esperar cuatro años más.
Pan, trabajo, casa,
servicios públicos y libertad.