Pere Valenciano. FOTO EPDA
Relaxing Remix
La decepción por la tercera derrota consecutiva para Madrid como sede de los Juegos OlÃmpicos en 2020 ha sido compensada con el 'relaxing cup of' café con leche en la Plaza Mayor de la capital española, frase mÃtica de quien nunca debió ser alcaldesa, Ana Botella, pero gracias al enchufe de su marido, el ex presidente del Gobierno español, José MarÃa Aznar, hemos podido disfrutar con un discurso en 'Spanglish' que me ha provocado vergüenza ajena, en primer lugar, aunque reconozco que las redes sociales han conseguido transformar un ejemplo más de polÃtico sin preparación elevado a un puesto de responsabilidad por la gracia del enchufe, en un acontecimiento mundial hilarante. Vamos, que aún me estoy descojonando.
Pero la cosa es muy seria. Porque ahora que nos venden la importancia de relanzar la 'marca España' en un mundo cada vez más globalizado -y la tiene, y mucho-, resulta que la inmensa mayorÃa de polÃticos que nos representan allende los mares o reciben la visita de lÃderes extranjeros en nuestras ciudades, se equivoca cuando junta más de dos palabras en inglés, llevándonos al ridÃculo más espantoso, como ha sucedido en Buenos Aires con Ana Botella, con su mÃtico ''a 'relaxing cup of' café con leche en la Plaza Mayor'' en el discurso final de la delegación española ante el Comité OlÃmpico Internacional (COI), que venÃa precedido, dÃas antes, con otra intervención estelar, cuando la alcaldesa de Madrid quiso demostrar al mundo entero y a su prima de Alcorcón que no necesitaba de traducción simultánea para responder a una pregunta de un miembro del COI. El resultado, el previsible: dio una respuesta que nada tenÃa que ver con la pregunta.
La cuestión serÃa mera anécdota si no fuese porque el caso 'Ana Bottle' -zéro points, one caña- está extendido entre la clase polÃtica española, salvo unas honrosas excepciones. Es vergonzoso, intolerable, que nuestros polÃticos no dominen al menos el inglés y el francés para demostrar por el mundo que somos un paÃs moderno. Da pena ver a Mariano Rajoy en la cumbre del G20 chapurreando tres palabras con los lÃderes mundiales, despreciando la importancia que tiene la comunicación en primera persona y sin interlocutores.
¿Acaso nuestros polÃticos, muchos de los cuales llevan toda una vida viviendo del erario público, no tienen la obligación de saber idiomas? Pero si hasta los futbolistas aprenden en 3 meses el idioma del paÃs al que se trasladan... Queremos ser un paÃs moderno, organizar unos Juegos OlÃmpicos, pero no sabemos ni pronunciar una frase seguida en inglés, por no hablar del acento patético de la mayorÃa de quienes consiguen hacerlo. Señores polÃticos, dénse una vuelta por cualquier paÃs europeo, donde los jóvenes hablan inglés, alemán y francés, a veces con nociones de español e italiano, o vayan a Japón, sÃ, el paÃs que nos arrasado como un tsunami, o a Corea del Sur, o vayan a cualquier paÃs medianamente avanzado de América Latina y se sorprenderán del nivel de inglés de los universitarios.
Si por mà fuese, obligarÃa a tener el B2 de inglés y francés a cualquier polÃtico de las ciudades importantes, a diputados y senadores. Por no hablar, ahora que se acercan de las elecciones europeas, de los eurodiputados. El que no tenga ese certificado de inglés y francés no deberÃa ir en las listas. Y lo mismo, por supuesto, para el presidente del Gobierno y sus ministros.
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