Crónica del Concurso del Rossejat Torrentí del Xef de la Memòria

Desde hace más 40 años soy consciente de pocas cosas que me ayudan a disfrutar mucho más de la vida, una de esas cosas nació en mi imaginario gastro-festivo, en una casa de campo propiedad de los tíos de mi padre. Ella jienense de Jaén, él de Torrent. Él sordo a tiempo parcial (se desconectaba el sonotone cuando quería) por eso ella modulaba extremadamente bien el timbre de su voz aún cuando no se refería a él.

Bueno pues con ellos y muchos más de la banda, de mi sangre descubrí una pelota, porque son pelotas y no albóndigas, con un toque a canela, limón, dulces... pero que se comían en un plato salado. Eso marcó mi dirección profesional, tomó otra curva. Quería ser sordo de mayor para gozar de los sabores mozárabes como ese arroz y sus pelotas, la salada y la dulce, hecha con un mazapán aromatizado tan propio de nuestro Mediterrani: el Rossejat, el arroz que se cocinaba en enero para celebrar San Blai.

Bueno pues hoy 17 de enero del año de gracia de los 20 he podido viajar a ésos momentos gracias al Concurso Nacional de Arroz Rossejat de Torrent.

Hemos acudido como jurado con mis compañeros y compañeras, probado muchas cazuelas para saber cuál de los restaurantes que participaban en el concurso se acercaba más a lo que cada uno entendía que debería de ser el sabor de esta cazuela.

Pues en un momento, amigos creo que debió de ser por el vino que usamos para comulgar y enjuagar después de cada ingesta de arroz, creí ver, sentado en su mecedora, a mi tío Rafael, el sordo, con un barral de buen vino y una cazuela de arroz al lado. Fue él quién me indicó cuál le gustaba más, y la segunda y la tercera... Fue así como me dejé poseer por el espíritu de la memoria gustativa y del placer para encontrar a las mejores cazuelas este año con mis colegas del jurado.

Este año ha ganado El Restaurante La Bodega de Torrent; segundo, Casa Granero de Serra y tercero Golla Galery de Valencia.

Él se viene conmigo, dice que le gusta eso de ayudar a recordar, recuperar y divulgar no los platos, sino los productos y las técnicas de nuestra gastrónomia que es cultura y la cultura son personas humanas.