Comentaba
en mi trabajo de final de master de Mediación que España no está
preparada para este mecanismo de solución dialogada de conflictos
porque el español medio ( y , quizá, no tan medio) le interesa más
que el contrario pierda que el ganar-ganar que profetiza el mantra de
la mediación.
De
hecho, parece que siempre haya de haber un contrario, alguien al que
hay que derrotar, porque la palabra contrario, sustantivada,
significa, según la RAE en su acepción tercera, 3.m.yf.Persona
que tiene enemistad con otra.
Es
por ello que, como al enemigo hay que vencerle, mucho menos, hemos de
hablar con él. Hay que derrotarlo, aunque eso conlleve nuestra
propia derrota, porque ése y no otro es el objetivo primario.
Esta
acepción parece que los españoles la tenemos inyectada en vena y la
usamos contra cualquiera que ose pensar distinto a nosotros, en
materia política, desde luego, cobra mayor relevancia y esplendor.
Estamos
en campaña y los partidos políticos usan este instrumento de
generación de odio para inocularlo en sus seguidores sin que estos
lleguen a darse cuenta de que se juega con un producto que, en malas
manos, o en peores de quien ya está, puede estallar.
Así,
el lunes pasado tuvo lugar una "nueva experiencia
televisivo-democrática" donde cuatro de los seis partidos de
ámbito nacional que se presentan a las elecciones generales,
entablaron un debate donde todos caímos no en una, sino en varias,
de las trampas que nos lanzaron en ese espectáculo televisivo.
Empezando
por el final, la primera reacción que se tuvo nada más acabar era
saber "quien ha ganado el debate". La pregunta es (o era)
perniciosa sobre todo desde el planteamiento superficial e infantil
desde el que se formula la pregunta. La cuestión hubiera sido quien
ha expuesto mejor sus planes de futuro para el país, quien ha
demostrado mejor solvencia.
Pero
el estilo de debate que se realizaba antes en los foros, meramente
formal, aprovechando fallos superficiales del contrario y si puede
ser, ridiculizándole por meras formalidades, ahora llevado a
Twitter, ha pasado de ser la excepción a ser el fondo del asunto.
Twitter
no es el mundo y en su genérico, las RRSS no es el mundo, de la
misma manera que el 15M no era "el pueblo", tal y como me
argumentaba el otro día una buena amiga; eso es confundir la parte
con el todo y supone dejar fuera de la realidad a muchas personas que
no forman parte de ese entorno concreto por más que te puedas sentir
identificado con él.
Pero
parece ser que los partidos tenían claro que la batalla de los "me
gusta" de redes había que ganarlo, aunque sólo fuera por
auntoengañarse o, peor, engañar al resto de personas.
Generar
la sensación de que todo el mundo va en una dirección y que esta es
la única es algo que ha intentado el sorprendente ganador en
encuestas por internet, Pablo Iglesias que, desde luego, no resultó
ganador de forma tan tajante como sus partidarios intentan vendernos.
No
lo resultó por varios motivos, primero por su lenguaje corporal,
detalles como coger un boli que no utilizó para nada más que para
calmar su nerviosismo o inseguridad, pero desde luego, como el resto,
no resultó ganador porque no aportó nada, como la mayoría de los
intervinientes ( por no decir todos ellos). La encuesta más fiable
consistió en aquella que decía que nadie cambió de voto merced a
los argumentos de dicho debate.
EL
DEBATE
Pretendo
despachar esta parte lo más rápido posible. Nos hemos dedicado a
importar estilos y tradiciones americanas, pero mal. Nos falta su
espíritu, nos falta creérnoslo. Creo que lo mejor del debate fue
quitar a los políticos los atriles, de esa manera se podía ver
mejor qué hacían con las manos y con su expresión corporal. Pero
para mí lo realmente indecente es haber dejado a IU y a UPYD fuera
de ese debate. Si A3media se marca el farol de hacer un debate en
plan americano no puede dejar fuera a dos opciones políticas cada
una de las cuales hace directamente la competencia directa a Podemos
y a Ciudadanos, condenándolas al ostracismo más absoluto.
Ana
Pastor, pues miren, no soy periodista, pero desde mi punto de vista,
le sobró protagonismo. Por lo demás, sirvió para que algunos nos
lo pasáramos en grande en Twitter justamente haciendo lo que
criticaba arriba que se hacía, pero conocedor de que, realmente, de
ese encuentro dialéctico, no se iba a sacar nada en claro. Para ello
se hace necesario hacer debates sectoriales no dejando de lado, como
de costumbre, a la Justicia más allá del típico y aburrido "es
solo para los ricos" y "está politizada" que, pese a tener
algún resquicio de verosimilitud, no llega a ser más que una idea
machacona y superficial.
LOS
PARTIDOS EMERGENTES PERSONALISTAS
Para
acabar con otra idea machacona aunque con algo de razón de ser, a
saber, "acabar con los viejos partidos" han surgido dos partidos
políticos nuevos que, lejos de ser el resultado de una fermentación
intelectual tras la unión de personas con una misma sensibilidad o
producto de una escisión natural de otro partido, no son más que el
resultado medido y calculado del aprovechamiento de una oportunidad.
En
el caso de Ciudadanos es el aprovechamiento de un desgaste del centro
izquierda y derecha ante el descuido moral y ético del PP y PSOE,
muy seguros de que las estructuras políticas no se iban a mover y el
aprovechamiento de esta relajación moral por parte de los corruptos.
Tal aprovechamiento se tornó metastásico en los últimos años,
cuando ya, ni siquiera los medios y altos cargos de los partidos de
unos y otros, se permitían el lujo de no poner la mano cuando era
menester.
De
este aprovechamiento, no sólo eran culpables ( aunque sólo sea por
una mera responsabilidad in
vigilando) los
partidos mentados; los sindicatos "de clase" e incluso IU en el
poco poder que pudo tocar, también lo son. No hablaremos de
partidos como la extinta CIU.
Así
Ciudadanos crea la base a partir de una figura, Albert Rivera,
político que parece creado por un programa de ordenador a la usanza
de aquellos juegos de Rol como el Skyrim en el que se te permite dar
forma a las características físicas y mentales del héroe con el
que vas a jugar.
Así
que ciudadanos es Rivera y Rivera es ciudadanos. No tenemos noticias
de quién hay por encima ni, sobre todo, por debajo. Los pocos que
hemos conocido han sido francamente mejorables, y el ejemplo lo
tenemos en Valencia, con una Punset que preguntaba el primer día de
cole que dónde quedaba las Cortes o en Sagunto, donde Ciudadanos fue
creado artificialmente por dos personas que no dejan la política ni
con agua caliente uno de los cuales es recordado por presentar
querellas calumniosas por mera estrategia política. Tan artificial
que, in extremis, llegaron a tiempo para poner a un cabeza de lista.
El
otro partido es Podemos, un partido dirigido por un ex asesor de IU,
Pablo Iglesias, profesor Universitario que no puede ocultar su lado
más demagogo, extremista, populista, que vio como Izquierda Unida,
dejaba pasar las mareas del 15 M, debido a la mancha de pertenecer a
la casta aunque fuera de manera colateral y de seguir en un discurso
izquierdista totalmente desfasado y carcomido por el paso del tiempo.
Pablo
Iglesias coge la evolución del comunismo, que es el populismo
hispanoamericano, y lo intenta importar a España, conocedor por
colaborador, de cómo funciona este experimento "frankesnsteiniano"
del comunismo.
Así
como Rivera parece salido de la nada, pese a estar en el Parlamet
Catalá desde hace ya años, Pablo Iglesias y su camarilla tienen
contactos con los sectores más antisistema de los regímenes menos
democráticos y casposos del planeta.
De
esa manera Pablo Iglesias recurre a la demagogia más peligrosa:
aquella que remueve los bajos instintos que no es más que una
evolución del mensaje de que "el que tiene más es porque lo ha
robado" o sobre la injusticia material que supone que haya gente
que tenga más que otra y por lo tanto hay que quitárselo; de la
filosofía de que el Estado está para que tú seas feliz, de no
cultivar el esfuerzo sino la envidia.
Hay
que analizar también cómo Iglesias ha ido moderando el discurso lo
que, además, lo hace poco fiable, bien porque miente descaradamente,
bien porque simplemente, utiliza la ideología en tanto en cuanto le
saque rendimiento.
La
trayectoria de Iglesias ha sido más que meteórica. Mientras la
mayoría de los políticos se parten la cara (figuradamente) en
estancias intermedias o iniciales de la administración
político-administrativa, el Sr. Iglesias, anti casta, acude al
paraíso de la casta política, el Parlamento Europeo y de ahí, a la
candidatura a la presidencia del Gobierno sin pasar por boxes.
Pero
la existencia de estos partidos tiene una razón de ser, como
decíamos antes, el desgaste chirriante de los dos grandes partidos
que han demostrado no saber reaccionar a tiempo y de hacerlo, lo han
hecho con lentitud y torpeza, ante las exigencias de una sociedad que
cambia mucho más rápido de lo que ellos se mueven.
Para
irrigarse de las nuevas ideas están las juventudes o nuevas
generaciones que no han servido para ello sino para hacer un
seguidismo "retuitero"
del
que se encuentra por encima, ansiosos de ganar algún cargo, cargo
que, por otro lado, sirve, únicamente, para deber un favor a quien
lo otorga y dar más faena orgánica a quien lo posee sin, además,
tener ningún retorno.
Así,
como con la Pantoja, se acudía a las sedes judiciales, ora para
aplaudir, ora para increpar a quien toda vía siendo inocente, estaba
siendo juzgado por delitos las nuevas generaciones de los partidos
efectúan un seguidismo irracional, no crítico, casi de fans al
partido y sus líderes que alcanza a las personas simpatizantes con
estos.
Y
AHORA QUÉ?
El
Partido Popular tiene en su haber, el haber gestionado una situación
financiera que nos situaba en un rescate a lo griego y el haberse
encontrado con un déficit treinta mil millones de euros mayor que el
que le había dicho ZP y el haber calmado los mercados. En su debe,
ha de hacer un congreso refundacional y regeneracional inmediatamente
después de elecciones. No basta con las medidas de urgencias
realizadas. Ha de permitir que los afiliados decidan quién va en
listas y así evitar que los votantes tengan que, en el mejor de los
casos, ir con la nariz tapada a votarles por la presencia en listas
de personajes lastre que ni si quiera se sabe qué narices hacen ahí,
en el peor de los casos, no votar al partido por la presencia de
estos.
En
ese congreso ha de volver a coger la bandera del
centro-derecha-católico-liberal y atacar ciertos temas que el propio
paso del tiempo ha demostrado que, en su día, se tomó una postura
equivocada como pueda ser la mantenida con el matrimonio entre
homosexuales, pero, desde luego, sin renunciar a sus principios.
El
PSOE más de lo mismo, pero desde mi punto de vista, víctima de la
propia contradicción que le lleva ser un partido de izquierdas que
gobierna en una economía de mercado con aliados como EEUU. Tiene que
aceptar que su programa ideológico está también desfasado como así
le pasa a todo partido de izquierdas que llega con su programa
económico del Siglo XIX.
¿Qué
alternativa tienen los que no quieren votar al PP o al PSOE? Pues les
diría que ni Ciudadanos ni Podemos me dan, por las razones dadas,
sensación de solvencia ni de coherencia. UPYD era una alternativa
que ha demostrado, desde la diferencia ideológica con algunos
aspectos de su programa, una esperanza más fiable que las marcas
mediatizadas y mediáticas pese a que Rivera se me dibuje como mejor
perfil político que Herzog o Iglesias.
El
problema de UPYD es serio porque a la crisis interna se le ha añadido
una especie de opa hostil que, en su día, lo debilitó hasta ser,
estas elecciones, una prueba de fuego sobre su continuidad en el
escenario político.
Así
que si, en este país, fueranos serios y buscáramos un voto guiado
por el seguimiento a un programa y no por castigar a quien gobierna,
pero ni PSOE ni PP ni IU nos convenciera UPYD sería una gran opción.
Por
desgracia nos encontramos en un país donde hay que derrotar a quien
manda y sale el voto "útil" eufemismo criminal donde los haya y
que viene a mantener que lo importante es derrotar al contrincante –
como por desgracia me dijo que iba a hacer otro buen amigo mío-, no
mantener la coherencia ideológica y hacer que ésta vaya ganando
terreno en la sociedad a base de la meritocracia y de explicar los
preceptos en medios de comunicación neutros en su labor informativa
y no agitadores de las bajas pasiones.
Somos
capaces de estropear y envilecer la democracia con nuestra torpeza y
la falta de sentido crítico.