El escritor bilbaíno Fernando Marías afirma en su última novela que nunca ha sido intrépido ni heroico. Sus hazañas, su arrojo o su posible abnegación viven y se reproducen dentro de las fronteras de su fantasía, aunque ahí es cierto que reinan, que sobrevuelan el mundo, que resultan una y otra vez invictas, que laten en inevitable éxtasis, a medio camino entre la lucha contra el Dragón y la salvación de la Dama. Y recuerda, que la mayor aventura que podemos realizar es adentrarnos con honestidad en el territorio, acaso hostil, de los propios recuerdos. Por eso, Fernando Marías considera, que siempre fue un aventurero.
"Este libro es un regalo de mi vida. Todo el mundo tendría que tener su libro para ajustar cuentas, no en el mal sentido, y este es el mío -dice Marías-. Yo no ajusto cuentas, dialogo con mi padre, que ha acompañado durante toda su escritura y descubro que en realidad fue un gran aventurero; por eso, este libro tiene también mucho de aventuras", que se desarrollan en el bilbaíno monte Pagasagarri.
En "La isla de mi padre" escrita desde el sentimiento de dolor que provoca una pérdida -"Fui feliz escribiendo de la muerte, y salió un libro de vida".
La novela es también un
El cine además fue lo que hizo a Marías abandonar con 17 años su casa y Bilbao natal para embarcarse hacia Madrid con la intención de convertirse en director de cine. Algo que, por cierto, nunca logró -"ahora prefiero seguir escribiendo libros porque veo, por amigos, que puede ser muy frustrante el hacer películas" para concluir que"ojalá todo el mundo quisiera mirarse sin tapujos porque el mundo sería otra cosa".
