El avance de la consecución de la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres sigue avanzando a buen ritmo solo en ciertos paÃses del mundo. Por desgracia, en otros paÃses, se produce una ralentización en la obtención de dichos derechos, o lo que es peor, incluso un claro retroceso.
Cuando vemos que los cimientos de los avances de la igualdad real no se consiguen en todos los rincones del planeta, esto nos produce nuestro interior tristeza, desasosiego, impotencia e incluso temor, sentimientos humanos que nos transportan a la esencia de nuestros valores. Pero solo con sentir no es suficiente.Muchas veces, nuestra posición occidental nos permite observar estas situaciones desde una perspectiva cenital geográficamente demasiado alejada de los problemas, convirtiendo dicha posición quizás en una atalaya de pasividad que alcanza a una gran parte de la sociedad; una sociedad sintiente pero no actuante en términos globales.
Cuando hablamos de ejemplo retroceso en la consecución de la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres nos viene a la cabeza la situación de Afganistán. Tras el abandono (o mejor llamarlo desistimiento) de las tropas estadounidenses el 14 de abril de 2021, las mujeres se han visto duramente relegadas de cualquier papel mÃnimamente visible en su sociedad. Si bien, aún con la presencia americana, el papel de la mujer resultaba insultantemente subordinado a muchos roles masculinos, aún se tenÃa la esperanza de poder avanzar en futuras décadas; y digo décadas, porque no hubiera sido realista hablar de simples años.
Con el nuevo dominio de los Talibanes, estos aplicaron revanchistamente un manual de subordinación extrema de la mujer. Desde su vuelta al poder en el paÃs, son muchos los signos de rendición a los que las mujeres se han visto sometidas. Una de las situaciones conocidas y visibles fue, por ejemplo, la orden de impedir que las mujeres trabajasen en las ONGs. Estas entidades desarrollan un papel fundamental de apoyo en el sistema sanitario y educativo afgano, donde la estricta separación entre sexos perjudica la buena asistencia sanitaria que se presta a las mujeres.
Ante esta acción concreta de los Talibanes, se dio como respuesta una declaración conjunta de Save the Children, el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC por sus siglas en inglés) y CARE Internacional, anunciando que estas entidades abandonaban sus proyectos humanitarios en Afganistán, con estas palabras: "suspendemos nuestros programas, exigiendo que se permita a hombres y mujeres continuar ayudando a salvar vidas en Afganistán". También, NRC remarcaba a través de un tuit: "No podemos llegar de forma eficaz a niños, mujeres y hombres que necesitan ayuda desesperadamente sin nuestro personal femenino".
Trasladándonos al presente, otra noticia que podÃamos observar esta semana es como los fundamentalistas talibanes rodeaban el campus universitario de Kabul para impedir a las mujeres que recuperaran sus propios diplomas. La lista de atropellos y vejaciones a los derechos y al papel de la mujer ha sido tan larga y aberrante en un año y ocho meses de dominio Talibán, que parece más una situación de pesadilla de ficción que una situación real. Pero por desgracia es tan real como el agua que bebemos diariamente o el aire que respiramos.
Otro de los paÃses en los que hemos visto como se aceleraba el retroceso de los derechos de las mujeres en los últimos meses ha sido Irán, donde como consecuencia de la muerte deMahsa Amini,se han llevado a cabo protestas y manifestaciones públicas en las que las mujeres se han cortado el pelo y han quemado su hiyab. Hace diez dÃas se llevó a cabo la detención de la actriz iranà Taraneh Alidoosti acusada de incitar disturbios en Irán por sus manifestaciones públicas con el cartel "Mujer, Vida, Libertad" en contra del régimen iranà y después de denunciar la ejecución del joven Mohsen Shekari por participar en las manifestaciones.
Otro ejemplo es el del futbolista iranÃAmir Nasr Azadani, condenado a muerte por el régimen iranà por apoyar las protestas de las mujeres. Ante esta situación, FIFA y UEFA no han hecho nada, ni siquiera simbólico, al igual que ninguna de las cuatro selecciones semifinalistas en el Mundial de Qatar (otra dictadura donde se subordina a las mujeres y se persigue a las personas homosexuales, por cierto). En este caso concreto, en el mundo del fútbol, solo el sindicato internacional de jugadores Fifpro denunció públicamente el caso, asà como muchos jugadores, pero de manera individual. En el sitiochange.orgexiste una petición de firmas a nivel mundial para que se frene la ejecución, que invito desde estas lÃneas a firmar con urgencia.
Este es un artÃculo en el que de nuevo he hecho referencia a la situación de las mujeres en el mundo. No vuelvo a escribir del tema por reiteración casual, sino causal. Creo que el asunto es lo suficientemente duro, real e importante como para no cesar de insistir en él, por responsabilidad individual y social. Recordemos que muchas de las posibilidades que las mujeres tenemos actualmente en la sociedad, se deben a los logros conseguidos por muchas de nuestras antecesoras, y no podemos dar un paso atrás. Ni por nosotras, ni por ellas.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizar la perdurabilidad y mejora de los derechos adquiridos y de los avances logrados, impidiendo que se vean truncados por movimientos de grupos fundamentalistas, que no consideran la igualdad real entre hombres y mujeres. No podemos bajar la guardia ante estos grupos, ni considerar que está ya todo conseguido. También hay que estar atentos a otro tipo de grupos que lo que hacen es forzar enfrentamientos entre hombres y mujeres, que tampoco conducen a nada más que a fomentar división gratuitamente. De esto ya he escrito, pero me reitero en que la grandÃsima mayorÃa de hombres de nuestra sociedad cree y practica la igualdad real y por ello es perniciosa e injusta cualquier generalización.
Finalmente, quiero resalta que un aspecto clave en todo este proceso es la perseverancia en seguir trabajando dÃa a dÃa en la educación en los colegios, pero también en el refuerzo que se dé a la misma en el seno familiar. Debemos igualmente actuar con parámetros formativos e informativos ante la brecha cultural, que implica al ámbito generacional, que a su vez, por desgracia, aún mantiene clichés del pasado como si fueran situaciones normales. Debemos trasladar al mundo laboral todos los avances de derechos y culturales que se lleven a cabo. Debemos, en definitiva, contribuir todas y todos, ellos y ellas, nosotras y nosotros, vosotros y vosotras, a una sociedad igualitaria, plena y capaz de afrontar los retos del futuro, muchos de ellos económicos y sociales con una perspectiva de género igualitaria, solidaria y cooperativa.