La
televisión afecta a las neuÂronas. La televisión atonta.
CualÂquier intento de acceder a una audiencia masiva pasa por
degraÂdar el mensaje al nivel más bajo posible de acuerdo con el
público target. La videocracia por tanto deÂgrada el mensaje
polÃtico. Es la paÂpilla del niño que no quiere comer polÃtica
sólida. Se hace puré para que coma algo.
Una
de las últimas simplifiÂcaciones de la videocracia es el
asociacionismo de contagio. La esÂtrategia de venta basada en el
presÂcriptor de éxito. En publicidad lo vemos todos los dÃas:
un futbolista que vende un producto o un preÂsentador que vende
otro producto. Se supone que el gregarismo (efecÂto rebaño) hará
que el consumidor compre el producto por pura imitaÂción del
lÃder. Es un recurso cutre pero efectivo.
En
polÃtica la lucha de algunas opciones polÃticas por convertirse en
syriza española roza los lÃmites del patetismo. La apropiación del
éxito griego, el derecho a tener la exclusiva para España del
producÂto libra una carrera desigual. La apuesta de los medios es
Podemos dado que les resulta más rentable porque la novedad de ambas
cosas es fácil de relacionar. Izquierda Unida intenta meter la
cabeza en la foto eximiendo legÃtimas semejanÂzas como ser una
coalición y poner en el escaparate la marca izquierÂda.
CompromÃs también ha intenÂtando meterse en el selfie politico
de Syriza.
¿Quién
tiene más razón? ProÂbablemente nadie. Syriza no es Podemos
porque Syriza hace gala de su ideologÃa y su marca de izÂquierdas
mientras Podemos ni es una coalición ni dice ser de izÂquierdas.
Syriza no es Izquierda Unida porque es la izquierda grieÂga que
ha superado al partido coÂmunista griego mientras Izquierda Unida
sigue con el partido comuÂnista en metastasis. Syriza no es
CompromÃs porque no hay comÂponente identitario. Pero todo da
igual porque alguien ha decidido que Syriza es la metáfora españoÂla
de algo y ese es el mecanismo relevante. La imitación de una ola de
cambio. Eso es un marco refeÂrencial, una estructura mental, un
camino, un pasillo, un tobogán, un trampolÃn. No es el movimiento.
Es el escenario. No es una respuesta. Es una pregunta.