Hay dos tipos de empresas, las que son dirigidas por un empresario y las que son dirigidas por un consejo de administración, independientemente de su tamaño. Para mí el empresario es el primero, ya que las otras están dirigidas por empleados.
Esta carta no intenta ser un ataque a nadie en particular, sino más bien una reflexión interna de lo que a mi entender y por mi experiencia es un empresario, y de lo que se siente siéndolo. Iniciaré esta reflexión como si se tratase de una reunión de individuos que intentan quitarse algún vicio mediante una terapia de grupo, reunidos en circulo en una sala, ya que realmente pienso que lo de ser empresario es más un vicio, que un oficio.
Hola, me llamo Jose Manuel Estada y soy empresario.
Realmente uno no sabe muy bien como llega a meterse en esto, tal vez por tradición familiar, por no encontrar un empleo en un momento determinado de tu vida y tener que buscarte la vida de alguna manera, o en el mejor de los casos, por perseguir un sueño en el que al principio parece que seas solo tu el que cree en él. Para poder conseguirlo te dedicas en cuerpo y alma a tu sueño, empeñas tu futuro y el patrimonio de algún familiar en ello, no te puedes permitir un descanso, no existen horas suficientes en el día, no existen vacaciones, apenas puedes atender a tus hijos o pareja por estar siempre ocupado, no existen más objetivos que poder satisfacer a un cliente, que suele ser el jefe más duro, ya que puede prescindir de ti, sin ningún tipo de explicación ni compensación salarial, en muchas ocasiones por causas que escapan a tu control, un colaborador, un proveedor, la climatología, la competencia, o sin más, naturalmente ¨él¨ tiene la libertad de poder hacerlo… porque si.
Con el paso del tiempo, si las cosas van bien, intentas rodearte de empleados y colaboradores, que intentas confíen en tu proyecto. Digo empleados y colaboradores porque siempre me ha parecido mal la denominación contrapuesta de (trabajadores y empresarios) como si de los dos solo trabajara uno, y lo peor (yo trabajo para fulano). Siempre he pensado que los empleados de mis empresas trabajaban para ellos mismos, de lo contrario serían esclavos, y no es el caso. Trabajan conmigo, no para mí.
Cuando tu sueño empieza a tomar forma y a dar beneficios, naturalmente atrae a la competencia que intentará comerte parte de ellos mejorando tu producto o servicios o mejorando el precio. Esto lo asumimos los empresarios como algo bueno, ya que en cierto modo te ayuda a mejorar, innovar, buscar nuevos mercados, y que de algún modo contribuyes a que la sociedad avance.
Es en ese momento de alza cuando aparecen los bancos, los mismos que no te atendían en un principio cuando tu sueño solo era eso, un sueño. Te facilitan líneas de descuento, pagos aplazados, pólizas de crédito con el que forzar un crecimiento que si tu no haces, eres consciente de que lo hará tu competencia y se terminará todo, pero como para entonces tienes a tu cargo no solo tu futuro y el de tu familia, sino también la de tus colaboradores y empleados y sus familias, pues no te queda otra que entrar en el juego, ellos lo saben y como si del mismo Lucifer se tratase, les vendes tu alma en forma de hipoteca.
La desesperación por pagar esos préstamos te lleva a doblar esfuerzos y buscar nuevos mercados viajar más, y desatender más a la familia, naturalmente para poder hacerlo te has agenciado un vehículo con el que puedas hacerlo ¨audi o similar¨ con lo que empiezas a despertar en algunos una cierta envidia que tu no entiendes ya que los 150.000 Km que te haces al año, difícilmente los podrías hacer con un Nissan Micra. Pero es en ese momento cuando empiezas a notar que el ¨éxito¨ no está bien visto en este país.
De cara a los empleados (algunos naturalmente) tus éxitos no son fruto de tu trabajo sino de su esfuerzo, aunque estés al pie del cañón 6 horas más que ellos cada día.
De cara a Hacienda, eres solo por ser empresario, presunto defraudador y delincuente.
De cara a la Seguridad Social, un mero recaudador, al que se puede cobrar un recargo de un 20% por el retraso de un solo día en el pago de los seguros. (la mafia cobra menos por un retraso y te da mas días)
De cara a los sindicatos… eres el negrero explotador al que considerar enemigo irreconciliable y causante de todos los males que tenga cualquier colaborador de la empresa.
De cara a la administración local, una fuente de ingresos extras para pagar las promesas que no pueden entrar en el presupuesto (ayudas a clubs deportivos, fiestas locales, etc.)
De cara a los bancos, un riesgo andante al que vigilar de corto y asegurarse de tener atado por si acaso.
De cara al cliente, eres alguien que quiere quitarle su dinero o poco menos que estafarle.
No puedes caer enfermo, nadie puede sustituirte.
Eres responsable penal de tus actos y de los actos de los que tienes a tu cargo.
No tienes derecho a la huelga.
Tus hijos no tienen derecho a becas. (Aunque ganes menos que un trabajador de la administración)
Y ahora en tiempos de crisis, si no tienes trabajo para tu gente, te penalizan, como si para ti, el hecho de no poder dar trabajo a un colaborador que ha estado contigo media vida fuera plato de gusto.
Te das cuenta al cabo de tantos años, que tu patrimonio, es similar o inferior al de cualquier otro trabajador por cuenta ajena, pero el tuyo es más del banco que propio, que tu familia apenas te ha tenido cerca por culpa del trabajo, y que tienes enfrente y en tu contra, hacienda, administración, bancos, sindicatos, trabajadores, clientes, proveedores; que te has convertido sin saberlo en el enemigo público número uno, y que después de sufrir dos anginas de pecho por culpa del estrés soportado durante tanto tiempo, no puedes jubilarte, sino que te amplían el periodo de cotización dos años más.
Entonces es cuando encuentras un artículo en la prensa que dice… Tenemos que animar a los jóvenes a que se conviertan en emprendedores, ya que es el único modo de salir de la crisis…
Os extraña que ninguno quiera apuntarse a ese carro, que prefieran ser funcionarios, o empleados fijos de lo que sea? O salir en un Reality televisivo? Pues dirán que no, porque no son gilipollas.
Entonces no nos queda otra para que nos saquen de la crisis, que lo hagan las grades empresas con sus bien pagados consejos de administración, y sus prejubilados a cuenta del estado, los funcionarios, los políticos, los asesores, los jueces, los abogados, los sindicalistas, los rectores, los bancos o sus fieles empleados de la banca, los organismos certificadores, los empleados de hacienda, los entes autonómicos, los organismos europeos, a los que desde que empezamos hemos pagado sus elevados sueldos, y para los que siempre hemos sido, los pequeños emprendedores, el enemigo público número uno.
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