El Partido Socialista de Sagunto es un barco a la deriva que se dirige al naufragio. La tripulación del capitán Carbó se ha hecho con la nave y la llevan al desastre. La Historia juzgará a todos los que, de una manera u otra, han participado en el suicidio político socialista.
El socialismo en España siempre se ha caracterizado por su alto nivel democrático. Sobre todo en la Comunitat Valenciana, donde las convicciones democráticas han provocado varias gestoras tras la derrota de Joan Lerma al frente de la Generalitat Valenciana. Corría el año 1995 y aquel mes de mayo, el zaplanista Eduardo Zaplana alcanzaba la 'Generalidad' con el apoyo de la Unión Valenciana del fallecido Vicente González Lizondo.
En aquel momento nacían las familias del socialismo valenciano, más o menos numerosas, como la lermista, la más unida y nutrida 16 años después; la ciscarista, la asuncionista, Izquierda Socialista, los renovadores, Movimiento por el Cambio... y más recientemente, y con menor intensidad, los partidarios de Pla, Alarte o la ínclita Leire Pajín. En Sagunto, por supuesto, no iban a ser menos. Todo lo contrario. Como en Valencia, pero mucho más.
En la capital del Camp de Morvedre se alcanzó la gloria con Manuel Girona y Gloria descendió al infierno en 2007, con el peor resultado de la democracia. Y entre victorias y derrotas, las familias han ido confraternizando entre sí, según el momento y el interés personal de turno, con una constante: la nula renovación y el apoltronamiento de unos cuantos, algunos de los cuales han chupado del bote, si se me permite la expresión, sin estar capacitado para estar en un ayuntamiento.
En estos últimos años que he seguido de cerca los entresijos socialistas en Sagunto, he venido criticando muchas actitudes y a algunas personas. Hagamos un recordatorio, para aquellos que creen que me insultan cuando me llaman 'el Pedro J. de Sagunto', cuando para mí es un cumplido:
- Miguel García. El histórico secretario general socialista, con poca oratoria, pero sí otras habilidades. Denostado por todos en privado, pero aplaudido por quienes lo han necesitado para seguir en política. Siempre he pensado que debía jubilarse. Y, de hecho, lo hizo en cierta forma en la última ejecutiva del partido, nombrado presidente del mismo, o lo que es lo mismo, el último cargo que se le da a los históricos en el socialismo antes de mandarlo a casa definitivamente.
- Gloria Calero. Quiso ser y no pudo, pero fue alcaldesa, un regalo. Cometió errores de bulto y su estrategia equivocada llevó al partido a una derrota histórica. Quiso imitar a Rita Barberá, pero se quedó en eso. Desde luego ir a pedirle mi cabeza al director de Las Provincias cuando yo era delegado en Sagunto, demuestra un particular talante democrático, máxime si tenemos en cuenta que comíamos y cenábamos de vez en cuando para hablar de nuestras cosas, de forma más o menos cordial. ¡Ay iluso de mí, ay infelice! Apurar cielos pretendo, ya que me tratáis así. ¿Qué delitos cometí contra vosotros, naciendo? Aunque, sí, nací, ya entiendo.
- Los Chover, Miguel y José Luis, José Luis y Miguel, aunque no vale aquí el 'tanto monta, monta tanto', pues aun siendo hermanos cada uno cojea de un pie ideológico. Los he criticado, en ocasiones, por circunstancias que tampoco vienen a cuento recordar. No son la alegría de la huerta y, si me lo permiten, les falta un poco de color, pero desde luego son políticos que conocen la realidad municipal y los entresijos del Ayuntamiento. Respetados por unos, rechazados por otros... vamos, lo normal en el socialismo saguntino.
- Manolo Carbó. Llegó a la secretaría general del PSPV con el apoyo de Miguel García y Paco Crispín. Un nuevo pacto familiar, tan criticable, o no, como los de los últimos años en Sagunto. Una dirección local totalmente legítima que, por un grave error de Valencia, fue suprimida hace un año. Las desavenencias entre el grupo municipal y la dirección legítima fueron la excusa. Están las hemerotecas -mi blog personal El Mando a Mano, Morvedre.info y las entrevistas que realicé en Tele 7 Calderona cuando la dirigía- para recordar mi posición contraria a aquel atentado democrático. Lo pensaba entonces y lo pienso ahora. Se creó una gestora, se obligó a dimitir de portavoz a Gloria Calero, Miguel García dejó el partido despotricando y Paco Crispín y Manolo Carbó se quedaron en el partido a verlas venir. Entonces escuché a poca gente alzar la voz. Y fue el Pedro J. de Sagunto el que más palos dio, y recibió, por una postura frontalmente opuesta a aquella acción y en apoyo al secretario general, Manolo Carbó.
Desde entonces, ha habido gestora sin gestión, afiliación más iva (18%), pactos con Valencia, traiciones, mirlo blanco frustrado -después enfadado y ahora conspiratorio- y primarias. Manolo Carbó dio la sorpresa, al vencer a José Luis Chover por un puñado de votos. Por varias razones: el malestar de una parte de la militancia y para fastidiar a Valencia, los votos cautivos de Miguel García y el apoyo de Jaime Vidal & Cía a Carbó, antes que darle su apoyo a Chover quien, al fin y al cabo, piensan, es corresponsable de la última derrota electoral junto a Calero.
¿Es legítimo el resultado? Más legítimo y democrático, imposible. Pero dimitió el presidente de la gestora, Manuel Girona, y ésta se disolvió. Y comenzó la guerra abierta. Se constituyó un comité electoral y, al final, se aprobó una candidatura. Número uno, el ganador de las primarias. Número dos y tres, Chover y la edila Nuria Hernández. Después, renovación total. Han sido meses de constante trasiego a Valencia con propuestas de candidaturas variadas. Por Blanqueries han pasado todos los referentes, incluyendo el candidato, al que le ofrecían el puesto cinco a una persona de su confianza, Ximo Alite. Pero para sus lugartenientes era insuficiente. Querían más. Si no tienen mayoría en la lista, Carbó no será portavoz tras las elecciones. Con éste y otros argumentos, han estado desde que se conoció la candidatura el sector más próximo al candidato. Y después de que el Comité Federal -máximo órgano entre congresos del PSOE- ratificara la lista en Madrid. Y siguen, siguen, siguen... En un partido están los estatutos y también las jerarquías y cuando el hilo se estira mucho... se rompe.
El núcleo duro 'carbonista' alega que se están incumpliendo los estatutos, al no contar con la opinión del candidato para confeccionar la lista y al no ser votada en asamblea. Lo que no dicen es que, en estas circunstancias, sin dirección local, ni gestora, los estatutos permiten que sea el órgano superior, esto es, la dirección provincial, la que tome las riendas del proceso. Ha sido siempre así.
¿Tienen derecho al pataleo? Por supuesto. Pero utilizando cauces internos y no trasladando a la opinión pública una imagen del partido nefasta, que acabará por hundirlo.
¿Y Manolo Carbó? Se equivoca de estrategia. Primero, podría haber trabajado como candidato, reuniéndose con colectivos y vecinos y ganando en proyección pública, al mismo tiempo que criticaba las formas del partido para confeccionar la candidatura. Sin embargo, la única proyección pública de las últimas semanas ha sido a costa de las cuestiones orgánicas y no de propuestas y reuniones. Si alguna vez tuvo la razón de su parte, que la tuvo, la está dilapidando con sus errores en el tramo final antes de la campaña y por el, en mi opinión, mal asesoramiento de su entorno.
La pregunta del millón: ¿queda tiempo para solucionar este desaguisado? Por el bien del partido y de Sagunto, espero que sí, aunque en realidad, creo que no.
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