Una cosa les voy a decir, y en plural mayestático, para no dejarme a nadie, incluso a mà mismo, ni herir la sensibilidad de los 'ofendiditos': ¿Estamos tontos o somos tontos? ¿Recuerdan que no nos quitamos de encima esta maldita pandemia? ¿Han olvidado que los contagios, ingresos en UCI y muertes con nombres y apellidos no menguan? ¿Saben por qué 'ola' vamos ya? ¿Qué tenemos una larga lista de restricciones a las que se suman además multitud de recomendaciones?
Y viene un temporal de frio y se lanzan en tropel a ver la nieve… Y colapsan carreteras y desvÃan la atención principal de las fuerzas de seguridad que debÃan ayudar a transportistas o a las poblaciones aisladas… Además de fiestas ilegales, rescates y aglomeraciones innecesarias… Son tantos los despropósitos, hasta las autoridades no ayudan, de acuerdo ¿qué hace un gobierno municipal progresista y ateo montando una cabalgata de SSMM los Reyes Magos improvisada? Es precÃs?
Pero no nos están recomendando que nos quedemos en casa ¿dónde vamos? Quo vadis? ¡Qué se nos hace largo el asunto del 'bicho', desde luego! Pero quedémonos en casa, seamos más sensatos que nuestros polÃticos que a cada orden lanzan una contra orden. ¿De verdad vamos a dar crédito a alguno de esos influencers negacionistas solo porque tengan una legión de seguidores? ¿Les recuerdo la máxima de que la mierda debe estar buena, ya que tropecientos mil millones de moscas no pueden estar equivocadas? Fijémonos con los números ¡espantan! Hagamos caso de los de bata blanca que se están comiendo el marrón a pecho descubierto. ¡Por favor! Un poco de sensatez y cordura o esto se hará eterno.
Llegados a este punto, hace unos dÃas, mientras pasaba un rato con mi padre, al que lo de octogenario ya se le va quedando corto, y yo sin quitarme la mascarilla en ningún momento, recibÃa por el grupo de whataspp familiar la foto de mi sobrino y ahijado.
Mi sobrino es enfermero, recién titulado, la pandemia le abrió ya hace unos meses la puerta del mercado laboral. Paradojas de la vida. Hoy ya está en una planta COVID y confirmo que me sorprendió e impactó su indumentaria de batalla (mono blanco con capucha, guantes, mascarilla y gafas aislantes).
Era mi sobrino, lo reconocà solo por sus ojos, por su mirada joven, llena de fe y esperanza, de fe en su trabajo, en el esfuerzo y el Ãmpetu que otorga la vocación de ayudar a las personas y esperanza en la vacuna que ya habÃa recibido ese mismo dÃa.
Y me doy cuenta de que personas como ellos, los que van de blanco, al igual que los de blanco que se han ocupado estos dÃas de despejar rutas y carreteras en brigadas de conservación y mantenimiento, o el ejército, las fuerzas de seguridad, los transportistas, los voluntarios… Todos ellos y muchos más están ayudando a rebajar esos niveles de tonterÃa de una sociedad muchas veces superficial, inmadura, inconsciente, maleducada… atontada.
Ayudemos, entre todos, a subir el nivel, por favor, no hace falta ya que nos dicten o impongan una norma, no deberÃa hacer falta, deberÃamos ser conscientes, responsables, ya sabemos cómo las gasta esta pandemia, ya hemos vivido un confinamiento. No olvidemos las lecciones que dijimos haber aprendido.