LeÃamos
en esta semana una noticia referida a padres, madres y niñas que se
habÃan unido para reivindicar que las niñas no fueran obligadas a
llevar falda en el uniforme escolar. Que pudieran vestir, como sus
congéneres varones, pantalón, mucho más cómodo y práctico para
una criatura de esa edad. Una de ellas, de tan solo ocho años, habÃa
dado la cara y se habÃa plantado. Y seguro que muchas más. Incluso
dirÃa que muchos. O al menos eso me gustarÃa pensar.
Entiendo
perfectamente a esas niñas. Cuando yo era niña, en el colegio de
monjas al que fui, como muchas otras de mi generación, llevábamos
uniforme con falda. Tableada y de pata de gallo para más señas. De
hecho, aún conservo cierto rechazo a todo lo que lleve estampado de
pata de gallo por la saturación que tuve en mi infancia y
adolescencia.
La
falda era incómoda, se enganchaba con la comba o la goma de saltar,
se nos levantaba si corrÃamos o jugábamos a la pelota, y ni que
decir tiene si lo hacÃamos a pÃdola o churro va -cuando no
lo prohibÃan-. Y, como tuvieras la desgracia de caerte, se te veÃan
las bragas y podÃas ser objeto de mofa y befa para el resto del
curso. Un verdadero engorro, aunque no nos planteáramos mucho más.
Entonces las cosas eran asÃ, aunque estaban empezando a dar pasos
para cambiar.
Pero
ahora las niñas van con los niños a la escuela -por suerte y salvo
excepciones- y tienen que encontrarse con el agravio comparativo de
que sus compañeros varones lleven pantalón y ellas falda, de que se
las discrimine en su modo de vestir desde la más tierna infancia, y
de que ellos tengan la ventaja y ellas la desventaja. Si a ello
unimos que en cuanto las hormonas empiezan a descontrolarse la cosa
tiende a empeorar, la conclusión es evidente. No sé cómo alguien
no ha movido esto antes.
Y ojo,
no es que a mà no me gusten las faldas. Me gustan y mucho. Y también
me gustaban de niña, aunque me hubiera gustado ir a clase con un
atuendo que me resultara más cómodo que mi falda tableada de patita
de gallo. No obstante he de reconocer que en el que fue mi colegio me
consta que desde hace mucho se les permite a las niñas el uso de
pantalón de uniforme. Y más me vale aclararlo, no me vaya a decir
alguna cuatro cosas, en este caso con razón.
DeberÃan
emplearse uniformes no sexistas, como los de la mayorÃa de
guarderÃas que usan uniforme, que llevan un chándal más o menos
tuneado. Y que las niñas pudieran elegir llevar falda o no llevarla
fuera de su horario escolar. Al igual que los niños, claro, que
también deberÃan ponerse lo que quisieran, por más que la falda no
haya cuajado más allá del saragüell de nuestro traje
regional y de algún cantante que en su dÃa tratara de ponerla de
moda. Hace un flaco favor a la educación en igualdad a la que
aspiramos todas las personas que desde pequeños nos estigmaticen por
razón de sexo con un modelo de uniforme diferente y mucho menos
cómodo además. Como vestir a los niños de azul y a las niñas de
rosa, y tantas otras cosas que vemos a diario.
Y más
allá subyace otra cuestión, la de si deberÃa ser obligatorio el
uniforme. Pero eso, como dirÃa una buena amiga, es otra historia.