Francisco, platero de profesión, tenía un gran sentido artístico (todo autodidacta), y le interesaba la pintura, la escultura, y también era colaborador de revistas religiosas,donde comentaba obras de arte, o fiestas de Valencia capital, como la de San Vicente Mártir o
la fiesta de la Virgen de los Desamparados.
Fue Clavario Mayor de la Cofradía de Santa Lucía, una curiosa ermita que se encuentra en el casco antiguo de Valencia, durante toda su vida, consiguiendo con su gestión el dinero suficiente para ser restaurada. Un hombre, por tanto, polifacético, y con grandes ganas de aprender cada día cosas nuevas. El pasado día 15 se celebró en su memoria, una misa-homenaje en la mencionada iglesia de Santa Lucía, que contó con la presencia numerosa de amigos y, por supuesto, de toda su familia.
Como se dijo en dicho homenaje, Francisco fue un hombre sencillo que durante toda su vida, demostró su amor por las tradiciones valencianas, y su sentido artístico. Y deseamos que, como se prometió en dicho homenaje, el futuro museo de Santa Lucía, cuente con un espacio dedicado a su memoria, y a la exposición de algunas de sus obras.
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