Guardiola creó un estilo en el Barça. Una manera de jugar al fútbol
nueva o mejor una manera nueva de entender el fútbol. Las lineas que
delimitaban el campo no eran lÃmites para esa nueva esencia, dentro y
fuera del campo el Barça jugaba a algo nuevo, el perfume de un juego,
filosofÃa ateniense al servicio del aficionado.
El periodismo deportivo se empeña en buscar un cambio de ciclo cuando
deberÃa buscar un cambio de estilo. Un club de fútbol es una casa sin
ventanas, cada vez que se abre la puerta entra aire y sale aire.
Guardiola se fue cinco minutos antes de que la puerta se abriera.
Desde entonces el Barça da vueltas sin cesar a la búsqueda de un
delicado equilibrio. Cuando la magÃa era imprevisible, cuando el
silencio era sÃntoma de control, cuando la elegancia viajaba en autobús.
Se dice de Guardiola que es terriblemente obsesivo y perfeccionista en
el análisis y la racionalidad. Sin embargo, lo que más otorga valor a
Guardiola es un aura, una actitud. La sensación de ser invisible pero
estar en todas partes. Conseguir meterse en la mente de los jugadores
hasta conseguir que interioricen un mundo nuevo, una nueva mirada, un
nuevo juego, una nueva melodÃa que no te puedes quitar de la cabeza.
Para Martino hacerse cargo de una plantilla con la mente todavÃa en
Guardiola era dificil. De hecho es imposible. Es un grupo humano que
sabe jugar a lo que jugaba. Y los contagios del "entorno" no ayudan a
mejorar la situación.
Guardiola y Martino. La cara y la cruz de diferentes monedas
Con Guardiola el fútbol se alegraba y con Martino el futbol se entristece.
En el fútbol hay solamente un secreto para la magia. Que nadie te pille
el truco. Si la magia deja de ser imprevisible deja de ser magia y pasa a
ser lo de siempre. Y jugar a lo de siempre es competir con los de
siempre. Jugar a lo que nadie juega es no tener competencia.