Si hay algo a lo que
la edad te hace intolerante, es a las imposturas, y especialmente a las de
carácter político. Nos acercamos a un ritmo vertiginoso a las próximas elecciones
municipales y autonómicas, algo que será el entremés de lo que se avecine a
final de año con las elecciones generales. Lo más sorprendente es que veo a
los partidos políticos preparando su precampaña y campaña como si no hubiese
pasado nada en los últimos años. Como si la crisis, no hubiese removido los
cimientos del edificio institucional en el que hemos depositado nuestra
confianza desde la muerte del dictador. Los ciudadanos y ciudadanas, desde
2008 han hecho un Master Acelerado de Cuestionamiento del Sistema Político y
Económico.
Quien no lo quiera
ver posiblemente acudirá a los comicios locales y autonómicos con un sesgo
importante. Personalmente que la derecha, crea que aquí no pasa nada, me la
trae al pairo; pero que la izquierda también lo crea: que unos piensen que
esto es una cuestión de alternancia (menos mal que las encuestas y andalucia
les han dado un buen mazado a los que aun pensaban esto); que otros crean que
son algo nuevo, cuando la irrupción de Podemos, les ha envejecido en poco más
de dos años; que los teóricamente cuestionadores del sistema sigan pensando que
la política es solo un programa para gestionar desde la oposición; y que los
"nuevos" piensen que solo la novedad te "blinda" contra los vicios de la "vieja
política"…. Todo esto sí me preocupa.
Los poderes, y no me refiero al
PP, los que realmente mandan, los poderes económicos han tomado nota de la
europeas, han hecho su apuesta, y prueba de ello son los resultados en las elecciones
andaluzas. La alternativa al gobierno de los poderes económicos debe
construirse en el fondo y en la forma, con vocación de triunfo, desde los
consensos ciudadanos que quieren superar las situaciones de privación, y de
infelicidad que provoca este desigual sistema. Todo lo demás es fingimiento,
engaño, falsedad y lo peor de todo….. otra manera de perpetuar el sistema. Un
fraude intelectual, una impostura.