Son muchos los espacios que pasan desapercibidos al
visitante de la Alhambra. Quienes se acercan a este monumento suelen dedicar
unas horas para pasearlo por sus corredores más destacadas, olvidando zonas impresionantes cuajadas de belleza e
historias. Para animar a una visita más profunda de la Alhambra nos vamos a
aproximar a la historia de una de sus torres más hermosas, nos referimos a la
Torre de la Cautiva.
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La torre se
encuentra situada en el camino de ronda de la muralla, que circunda la Alhambra.
Fue conocida en el siglo XVI como de Torre de la Ladrona y de la Sultana,
aunque posteriormente se cambió su nombre por el de la Cautiva, ya que se
pensaba que en ella vivió Doña Isabel de Solís, la cristiana por la que el rey Muley Hacén (padre de Boabdil) desafió con
consecuencias desastrosas a su familia y a su corte.
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Como la mayor
parte de las construcciones alhambreñas, esta torre tenía una doble finalidad: la
defensa y la habitabilidad. Esta funcionalidad determinó su estructura militar,
su acceso se realiza a través de un estrecho pasadizo en recodo que
dificultaba el acceso a posibles atacantes. A los visitantes puede resultarles
peculiar una entrada tan "pobre" a una estancia tan rica y refinada. La
estructura de pasillo en recodo permitía a los defensores apostarse en las
esquinas y desde ellas lanzar flechas o atacar a los que intentaban acceder, de esta manera se anula al
adversario si ataca en grupo, pues las estrechas dimensiones del acceso
obligaba a los atacantes a ordenarse d uno en uno, facilitando su
neutralización.
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Tras el
pasadizo accedemos a un patio con galerías abiertas por arcos peraltados
festoneados en tres de sus lados, con profusa decoración de mocárabes. Este
patio comunica con una sala cuadrada, a través de un arco doble de mocárabes,
en la que encontramos un artesonado del siglo XIX y unos camarines con balcones
al exterior. Las paredes aparecen recubiertas de finas yeserías con inscripciones
que nos hablan de la importancia defensiva de esta torre y su función
palaciega; algunas inscripciones dicen así: "Esta obra ha venido a engalanar la
Alhambra; / es morada para los pacíficos y los guerreros; / Calahorra que
contiene un palacio / ¡Dí que es una fortaleza y a la vez mansión para la
alegría! / Es un palacio en el cual el esplendor está repartido / entre su
techo, su suelo y sus cuatro paredes; / en el estuco y en los azulejos hay
maravillas…"
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La conservación
de la torre en relativo buen estado se debe a que fue habitada durante mucho
tiempo por los alcaides cristianos en manos de los cuales los Reyes Católicos
dejaron la custodia del monumento, posteriormente pasó a manos privadas. A
finales del siglo XIX fue sometida a una intensa restauración, que pretendió
remarcar el carácter oriental de la construcción, muy de moda en la época.
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La Torre de la Cautiva es un espacio cargado de historia, el
escenario de una de esas historias de amor en la que nos gustaría ser
protagonistas. Hay mucha mitología en torno a los amores de la cristiana Zoraya
y el rey Muley Hacén pero también abundan los datos históricos que fijan esta
relación en la historia y la responsabilizan de la última crisis dinástica que
hundió el Reino de Granada ante los cristianos.
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La Leyenda cuenta que en esta Torre de la Cautiva se
oyen voces en el lugar donde estuvo presa la sultana Zoraya, siendo aún
cristiana y antes de ser llevada a Lecrín, a Mondújar, donde tuvo su propio
castillo.
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Reinaba Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, cuando
los moros granadinos apresaron en una escaramuza, en la frontera con Jaén, a la
bella Isabel de Solís (Zoraya) -no confundir con la cantante de OT-, la hija del alcalde de Martos, (Sancho Ximénez
de Solís). Isabel contaba con unos
diecisiete años y era famosa en estas tierras por su hermosura y delicadeza.
Por el cargo de su padre, pertenecía a la pequeña nobleza castellana. Huérfana
de madre desde que nació, fue criada por nodrizas que la educaron con profundas
creencias religiosas y la iniciaron en las labores propias de una noble rural
(administración del hogar,
cuidado de los hijos, las labores de aguja, observación de le fe…).
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En su infancia padeció alguna extraña enfermedad que se
atribuyó al mal de ojo, se cuenta que su padre estaba tan preocupado por perder
a su única hija que pidió ayuda al poderoso Conde de Cabra, en Córdoba. Este
tenía una esclava mora llamada Arlaja, que algunos llamaban bruja, porque
conocía las hierbas y sus propiedades, se decía de ella que curaba los males
para los que no había remedio. El todopoderoso Conde regaló al padre de Isabel
a su esclava. Arlaja curó a la joven Isabel y se convirtió en una segunda madre
para ella. La esclava gozó de gran reputación en la pequeña corte de Martos,
parece que poseía una lengua bastante suelta que le llevaba a añorar las
grandezas de su Granada frente a la pobreza y tosquedad de la vida cristiana.
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Se dice que Arlaja predispuso a Isabel en contra del noble
cristiano al que su padre la había prometido en matrimonio, Pedro Venegas, hijo
de la familia de los Señores de Luque. La esclava relataba a Isabel de las
grandezas y curiosidades que el mundo podría ofrecer a una joven tan hermosa
como ella más allá de las lindes de aquellas tierras empobrecidas y acosadas
por la guerra y sus lastres. Curiosamente fue la guerra la que abrió la puerta
a esta joven a una vida muy distinta a la que el destino le deparaba.
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Tras su captura, Isabel fue llevada a Granada como un valioso
botín. El destino para una joven hermosa e instruida era el harem real. Dicen los
que lo vieron que fue un amor a primera vista. Muley Hacén, algo tosco para la
reputación de refinado que le venimos concediendo, pensó que el mejor modo para
que Isabel cediera a sus requerimientos pasionales, era encerrarla en la torre
que hoy conocemos como de la Cautiva. No debió considerar el monarca el efecto
de un buen collar de diamantes al fondo de una caja de bombones. Sea como sea,
Isabel de Solís se enamoró de Muley Hacén, y fue suya, no sabemos si antes o
después de casarse con él, como marcaban los estrictos preceptos de su
educación cristiana. Estos no
fueron obstáculo para que aceptase compartir a su marido con otras esposas y
concubinas (entre ellas la poderosa sultana Aixa, prima y esposa de Muley y
madre de Boabdil) y convertirse al islam adoptando el nombre de Fátima Zoraya,
que significa 'Lucero de la Mañana'.
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El sentimiento de Muley Hacen parce bastante fuerte, ya que
le dio el rango de sultana, con los beneficios que este le daba a Zoraya y su
descendencia en la corte.
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La sultana Aixa, rival implacable, fue una mujer fuerte,
curtida en las intrigas de palacio y conocedora de la corte alambreña. Por
nacimiento pertenecía como su esposo a la familia real y contaba con el apoyo
de importantes facciones nobiliarias. Aixa no soportó que una extranjera
viniese a desplazarla a ella y su prole del trono al que había dedicado su
vida. La situación se tensó cuando Zoraya dio dos hijos varones al sultán, Nasr ben Alí y Saad ben Alí que luego
se castellanizaron como Juan de Granada y Fernando de Granada. Algunos
consideran que estos amores fatales serían origen de la pérdida definitiva de
Granada de manos musulmanas. Quizá haya algo de razón en esta consideración. Es
cierto que éste pudo ser un episodio más de los que protagonizó esta dinastía,
pero se produjo en un momento de debilidad, en que el enemigo estaba fuerte y
bien situado, y en el que muchos de los que debían empuñar la espada para
defender la tierra, habían muerto en alguna intriga dinástica sin sentido.
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Los corredores de la Alhambra se llenaron de inquietud
cuando la rencorosa Aixa inició su venganza para derrocar a su marido. Muley
Hacen para proteger a Zoraida y sus hijos los saca de la torre donde vivían en
la Alhambra y manda construir un castillo en el centro del valle de Lecrín (a
unos 50 kilómetros de Ganada) donde los instala. La ciudad se dividió en dos
bandos rivales. La poderosa familia de lo Zegries apoyó a Aixa, las posiciones
de Muley y Zoraya eran cada vez más débiles.
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Lo demás ya es historia… En 1482 Muley es expulsado de la
Alhambra y lucha contra su hijo por el trono en una guerra que quemó las
últimas esperanzas de sobrevivir de granada como reino independiente. Isabel
acogió en su castillo a su amado, con la tristeza de lo que se acaba en los
ojos. Cansado, con todo perdido, Muley Hacem entrega la legitimidad del trono a
su hermano el Zagal en 1485, poco antes de morir.
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Dicen que este sultán está enterrado en la cumbre del
Mulacén, que pidió yacer allí para contemplar su reino y que por eso este monte
lleva su nombre.
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Isabel huyó y se convirtió al cristianismo buscando quizá el
calor de sus raíces, tal vez para conseguir la aceptación social. Vivió marcada
por una vida inusual, en un mundo estricto con las mujeres que no daba lugar a
los que vivían de modo distinto. Acabó sus días encorsetada entre la búsqueda
del perdón y el desprecio por su vivencia. Sufrió la tragedia de los
derrotados, ella tuvo que seguir
su camino lejos de los palacios donde la miraron como al "lucero de la mañana".
¿Qué se pasaría por la cabeza de esta señora en las noches tranquilas en que
esperó la muerte, después de tanta vida y tanta pérdida?