Hay un concepto de la belleza
y hay un concepto de la monotonÃa. De lo que no se habla nunca es
del concepto de la belleza de la monotonÃa. A primera vista puede
parecer contradictorio, pero pensemos un momento ¿por qué se
considera la monotonÃa como algo negativo o peyorativo?, con esa
idea también podrÃa considerarse negativo el reloj que mide el
tiempo con su insistente tic tac, y sin embrago no existe nada más
preciso y necesario. Todos buscamos su compañÃa. Todos le
preguntamos constantemente y queremos saber sus minutos y segundos.
Todos los dÃas le hacemos la
misma pregunta y todos los dÃas quedamos satisfechos de su
contestación. Nunca nos preguntamos si ya lo hicimos ayer o hace un
momento, porque cada momento es diferente y nunca se repite. La
monotonÃa es bella en su exactitud y en su predecible aparición. La
monotonÃa es deseable por su insistencia y regularidad, pero siempre
trae algo nuevo. Es monotonÃa sentarse a la mesa cada dÃa. Es
monotonÃa darle un beso de buenas noches a tu pareja, cada noche,
cada mañana, cada despedida. Es monotonÃa recibir a tus hijos cada
domingo y sentarlos a la mesa cada vez, en los mismos sitios, con la
misma sonrisa de bienvenida.
Es monotonÃa recordar las
mismas cosas, hablar de las mismas cosas dichas ya tantas veces. Es
monotonÃa hacer la compra y preparar el desayuno y almorzar el
viernes con tu amigo. Es monotonÃa subir al autobús todos los dÃas,
vestirse cada dÃa, cortarse el pelo la primera semana de cada mes,
todos los meses. Es monotonÃa hacer el amor y sonreÃr y salir a la
calle y saludar con las mismas palabras y mirar hacia arriba y ver
las mismas nubes y los mismos pájaros todos los dÃas y abrazar a
los nietos y pisar la tierra del parque y volver a mirar las mismas
flores. También es monotonÃa el sonido del agua en la orilla del
mar arrastrando la arena invariablemente adelante y atrás, un año,
diez años, mil años.
Es monotonÃa acudir cada
mañana al saludo del sol y despedir cada noche a la misma luna que
nos mira con idéntica cara y a las mismas estrellas y a la misma
cerrada oscuridad de cada noche. Es monotonÃa ofrecer las mismas
palabras, los mismos besos, las mismas miradas, silencios y sonrisas,
pero que nunca serán iguales y ese es precisamente su secreto. Esa
es la belleza de las cosas que nos esperan cada dÃa, de aquello que
deseamos que vuelva a suceder repetidamente, insistentemente. La
belleza de todas las certezas que vivimos a diario, como el tic tac
de ese reloj que deseamos eterno y que nos acompaña con la hermosa y
querida monotonÃa de su tic tac.