El espíritu navideño establece que debe reinar la armonía y la felicidad para aprovechar ese espacio que va desde el 25 de diciembre hasta la llegada de los Reyes Magos. Es en este período donde se dan la mano los banquetes, los reencuentros y los regalos con los deseos de esperanza de un próspero año nuevo, lleno de alegrías y cargado de buenas noticias.
Desde una perspectiva no científica, el mensaje mediático que impulsa a los buenos sentimientos y a pensar en los demás choca irremediablemente contra los problemas propios y ajenos, situaciones e imágenes de pobreza que se encuentran en las calles y reclaman nuestra atención de igual manera que los escaparates con juguetes, prendas y cartas de menús navideños.
"Nuestro cerebro reacciona a los estímulos y los mensajes subliminales tienen efectos en nuestro comportamiento. Es en estos mensajes donde encontramos la necesidad de contribuir a que en nuestro alrededor impere la alegría" según señala el profesor de
Además, dicha necesidad se encuentra estrechamente relacionada al patrón de conducta emocional por el cual se favorece la creación de vínculos en los que el grupo despierta sentimientos entre sí y actúa protegiendo a sus miembros.
En este sentido el experto de la VIU
La Navidad es la época que en nuestra sociedad como grupo se ha decidido que debe prevalecer la solidaridad, y es por ello por lo que se puede afirmar científicamente que en estas fechas la solidaridad se manifiesta más que en otras épocas del año, bien sea porque sentimos que toda la gente merece compartir una parte de esa alegría colectiva, o porque es norma el aportar y dar a conocer que aportamos a ese concepto del bien común que empieza a brillar en estas primeras décadas del S.XXI.
