Si
nos detenemos a pensarÂlo, nos damos cuenta de que a lo largo de
toda nuestra vida no hemos hecho tantas cosas diferentes. En
realidad, y sienÂdo generosos, no creo que lleÂguen a un
centenar. De todas ellas un 10 % son las necesaÂrias para nuestra
subsistencia, otro 10% son obligadas y el 80% restante, absolutamente
prescindibles. No vayamos a enumerarlas porque resultaÂrÃa muy
aburrido. Es suficienÂte con saber que desde que nos levantamos
hasta que nos acostamos, hacemos una serie de actos repetidos una y
otra vez. Muy raramente hacemos algo interesante, y mucho meÂnos
algo extraordinario o trasÂcendente. No me refiero a ir a la
Luna, o hacerte amigo del Dalai Lama, pero sà podrÃa ser tirarte en
paracaÃdas o escalar el Mont Blanch, que tampoco es tan diÂfÃcil.
De no ir por ese camino, dejamos de experimentar miles de cosas. Creo
que es absoluÂtamente humano sentir curioÂsidad por lo que
nunca hemos hecho, ese innato instinto por la aventura. Pero ahora se
planÂtea una disyuntiva: ¿Es mejor hacer cosas nuevas con los
riesgos o las dificultades que ello implica o superarnos en las que
ya hacemos?
Yo
me planteo muchas veces esta cuestión y no me imporÂta declarar
que he dejado de hacer miles de cosas en esta vida y mucho me temo
que, a estas alturas, ya no las vaya a realizar, pero tampoco es que
las eche de meÂnos. Podemos viÂvir tranquilamente haciendo
esas coÂsas repetidas que comentábamos al principio sin que por
ello pase nada. Pero no les dejaré con la curiosidad de saber qué
cosas son esas que nunca hice:
Comer
langosta. Sacar diÂnero de un cajero automático. Fumar en pipa.
Comprarme un polo Fred Perry. Viajar al CaÂribe. Hacerme un
empaste en una muela. Subirme a la noÂria. Jugar al mus. Ir en
moto. Beber vodka. Pescar con caña. Hacer el muerto en el agua.
CoÂmer sushi. Jugar al Bonoloto. Llevar un bolÃgrafo en el
bolsiÂllo de la camisa. Bucear. Tener una cuenta en Twitter. Ir
de caza. Jugar en bolsa. TomarÂme un cóctel. Hacer un trÃo.
Completar un cubo de Rubik. Firmar un cheque. Hacer un crucero. Fumar
porros. Usar calzoncillos boxer. Patinar en lÃnea…
Todo
esto son cosas normaÂles y, probablemente, la mayoÂrÃa de
ustedes las han hecho. ¡Felicidades! Pero ya les digo, creo que es
mucho más imÂportante que las pocas cosas que hacemos a lo largo
del dÃa, esas cosas tan vulgares y coÂrrientes, las intentemos
hacer mejor. Nos será mucho más productivo que, por ejemplo: fumar
en pipa, viajar al Caribe o hacer un trÃo. Créanme, la diÂversión
se acaba pronto.
http://rafaelescrigfayos.tk