Una ciudad, un pueblo o cualquier zona habitada, tiene elementos
vivos que los identifican o los enaltecen, pero sobre todo, que encierran parte
de la historia de ese lugar.
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En estos últimos casos encontramos a los llamados productores
(árboles, plantas, algas…) que realizan la fotosíntesis oxigenando el ambiente
y que producen materia para los consumidores. Son muy importantes en los
ecosistemas naturales, pero también en zonas artificiales como son los recintos
ajardinados, parques, medianeras de carreteras y recintos deportivos. En
todos ellos cumplen diversas funciones además de las citadas anteriormente,
entre las que se pueden citar ofrecernos sombraje y crear entornos "verdes"
permitiendo su disfrute visual, uso este, por otra parte, exclusivamente
humano.
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Los Eucaliptus del Estadio del Fornás de Puerto Sagunto son un
ejemplo de todo esto.
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Estos especímenes, que son bastante frecuentes en Puerto Sagunto,
(se les ve repartidos por todo el núcleo y con una edad semejante, a tenor de
sus tamaños), fueron plantados allá por la década de los años cuarenta del
siglo pasado por Ginés Lizarán y su hermano Fernando. Estas dos personas eran
las encargadas de cualquier actividad que allí dentro, en el "campo de
deportes" se realizara: abrían las puertas, las cerraban, preparaban el
material para el frontón (Fernando cosía y fabricaba las pelotas para los
pelotaris que allí jugaban), el utillaje para el C.D.Acero (Ginés estuvo
sesenta años al servicio del Club) y por si fuera poco, ambos cuidaban del
aspecto de todo el perímetro de las instalaciones deportivas.
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En su día creyeron conveniente plantar algunos árboles que con
el tiempo, debieron pensar, convertirían aquel entorno en un lugar arbolado.
Algunas especies se dispusieron en la parte sur del Estadio Fornás, zona que
ocupaba descampado que por esos años desembocaba en la calle del Maestro
Guridi, junto al muro del cerramiento del estadio. Estos árboles (Eucaliptus)
han estado presentes como meros espectadores en todos y cuántos acontecimientos
sociales o deportivos se han celebrado allí durante décadas. También se
plantó otro en la esquina de abajo, al lado del colegio de Nuestra Señora de
Begoña y probablemente alguno más del que no tenemos noticia.
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Larguiruchos y endebles
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En algunas fotografías de estos años se les observa larguiruchos
y endebles, eran muy jóvenes y les quedaba mucho trayecto vital que recorrer,
pero con el tiempo fueron fieles notarios, como digo, de multitud de sucesos y
hechos de Puerto Sagunto:
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¿De cuántas jornadas de domingo de fútbol habrán sido testigos? O
¿De cuántos besos robados de algún obrero que, recién salido de "Fábrica", iba
al baile llamado de "La Cancha"
que se celebraba en el mismo frontón y se perdía entre ellos con su chica,
podrían hablarnos? ¿A cuántas competiciones atléticas en las que participaban
nombres ilustres del atletismo local como Peirats, Carlampio, Villagrasa,
Juan, Gallego, García.., habrán dado sombra? Y… ¿Qué nos contarían de los
partidos de balonmano y baloncesto que en este mismo escenario deportivo se
celebraron antes de la construcción del polideportivo internúcleos (ovni)?
¿Grabarían en su memoria las declaraciones de intenciones de los sindicalistas
porteños en multitudinarias asambleas donde se defendían con proclamas y
discursos los puestos de trabajo de los obreros de los Altos Hornos del
Mediterráneo?
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Cuando recuerdo, ahora que lo escribo, toda la historia de estos
árboles, me viene a la memoria, con ausencia de nostalgia pero con melancolía,
su triste final este verano de 2010 y es que, tras la remodelación del Fornás
que se ejecutó por esas fechas, fueron talados algunos ejemplares que
quedaban en la zona de lo que es la nueva tribuna. En pie, cuatro ejemplares majestuosos
del árbol originario de Oceanía sospechaban recelosamente esos días, que
quizá, les correría la misma suerte que a sus hermanos y así ha ocurrido
cuando, en enero de 2011, sin previo aviso, también se han convertido en leña.
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Advierto que en muchas ocasiones y hablo en general, no sólo en la
obra del Fornás sino también en muchas otras que se realizan, el operario de la
grúa, el capataz de la obra, el conductor del camión, el peón albañil, el
arquitecto…, o quien sabe quien, sin aprecio alguno, sin sentimiento ecológico
ni histórico, o sentido crítico o cuanto menos común, actúa de la manera que
le resulta más fácil, más cómoda, o más directa hacia los intereses de su
trabajo sin prestar atención al detalle de lo que muchos consideramos importante:
el valor sentimental que tienen algunas cosas, objetos o seres vivos no
humanos.
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En la actualidad, elevados bastantes metros sobre el nivel de
suelo y con un grosor considerable quedan dos eucaliptos. También otro situado
en la puerta de abajo del estadio que da al mar que por cierto, sigue vivo y
hay que dar gracias por ello a Enrique Latorre (ex maestro de "La Escuela de Aprendices"), quien
con buen criterio, impidió su tala con motivo de las obras que tuvieron lugar
en este recinto en 1994, para la conmemorar el 75 aniversario del club.
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No quiero con todo lo expuesto,
ofender a los que toman las decisiones de lo que debe permanecer en pie y lo
que no, ni tampoco justificar estas actuaciones, es probable que quizá fuera
necesario en algún caso derribar tales monumentos biohistóricos, pero pienso
que las emociones y sentimientos que albergamos sobre algo que se tiene como
propio y el respeto que se le debe de profesar ,tendrían que estar sujetos a
una mayor sensibilidad, pues créanme si les digo, que me da una tristeza
enorme el no poder contemplar tan majestuosos ejemplares de eucaliptus una vez
más en el "Campo del Acero".