Dos mujeres que han causado gran impacto en el mundo durante
su existencia, Margaret Thatcher y Sara Montiel, la
primera ganó adeptos y adversarios con sus medidas de mujer de hierro, desde
muy joven se sentÃa motivada por
las inquietudes de su padre que era un comerciante, luego al casarse pudo tener
la tranquilidad para desarrollar su pasión. La otra llenó auditorios con su
voz, su talento y su belleza. Desde muy joven tuvo las estrellas a su favor y
se propuso encantar, cautivar y lo consiguió. Adoptó dos hijos latinoamericanos
y les dio un hogar, los amó como propios y les dio un horizonte Tanto la una
como la otra invitan a pensar que independientemente de los actos reprochables
de su existencia o de la gran importancia de sus vidas históricamente fueron
mujeres sujeto.
Mujer sujeto es aquella que se piensa, se ama, se
desarrolla, va más allá de ser manipulada o agradable para agradar, bella para
gustar, la mujer sujeto tiene un objetivo personal y se siente orgullosa de
desarrollar toda su potencialidad.
No basta con
tener la formación, el intelecto, la belleza, la capacidad, nos prueba
la historia que la mujer puede llegar hasta donde se lo proponga, tiene el
motor más potente del mundo cuando se propone una tarea. Pero ¿Qué mueve a la
mujer sujeto, vanidad, lucro, reconocimiento, un principio, una filosofÃa?.
Cuando la mujer se convierte en objeto simplemente es
manipulada, usada, abusada, explotada, anulada, se convierte en una pieza que
satisface los intereses de otros que la ven como un producto, una mercancÃa,
una herramienta o una cosa.
Acaso existe un término medio, cuando la mujer al ser sujeto
entiende su gran poder interior y exterior, lo expande con tal fuerza que
consigue cuanto desee. Entonces qué clase de actos realizará para sà misma y
para aquellos que le rodean. Los efectos de sus actos dañinos o constructivos
pueden durar generaciones en sus hermanos, sus hijos o sus vecinos.
Margaret y Sara dos mujeres inolvidables, la cuestión es
cómo serán recordadas, con dolor o con amor.